OBITUARIO

Fallece a los 79 años el padre Jesús Casado Benito


 

En esta ocasión transcribo literalmente las palabras que, con honda gratitud, con sincero afecto y con irreprimible pena, me dictan varios algecireños –varios “paisanos” me dicen ellos- de este segoviano de nacimiento que decidió “servir a su pueblo de Algeciras” ejerciendo su ministerio sacerdotal en la Bajadilla, en La Piñera y en la Parroquia de la Palma.  

Inevitablemente me siento obligado a recordar una larga conversación de hace ya más de veinte años en la que, para responder a mi pregunta, me confesó que su decisión de “servir aquí” estaba determinada por su convicción de que, para amar a alguien, era necesario que reconozcamos su dignidad, sus rasgos personales, su valor único, que era imprescindible que, apreciáramos, sobre todo, sus diferencias como rasgos que enriquecen a este mundo que todos habitamos y que, gracias a esas peculiaridades, lo convierten en un lugar fascinante y placentero.

Durante su larga enfermedad, paradójicamente, se ha intensificado su presencia, se ha ahondado el cariño y la admiración de muchos de los que lo trataron y han valorando su elocuente discreción y su paciente abnegación, unos valores que mostraban las razones evangélicas que determinaron hacerse paisano nuestro. 

Estas son, a mi juicio, las razones que explican cómo la noticia del fallecimiento de este sacerdote bueno y de este hombre prudente, sin renunciar a sus raíces, ha pregonado su respeto y su cariño a nuestra Diócesis y han nutrido sus tareas vitales y los valores que han orientado sus diferentes servicios como sacerdote.  Tras una paciente y esperanzada lucha contra las dolencias que soportaba durante los últimos años, en paz e, incluso, con la alegría de quien ha sido fiel a sus compromisos humanos, familiares y sacerdotales, ha fallecido un creyente que, con su modestia y sencillez, nos ha mostrado el atractivo y la validez de unos valores fundamentales que, en la actualidad, pasan desapercibidos pero que, a la larga, son reconocidos por casi todos. Las actitudes y los comportamientos de Jesús han constituido la ilustración y la prueba de que las paradojas evangélicas no son unos meros ejercicios retóricos, sino que nos proporcionan unas fórmulas eficaces para ayudarnos a encontrar el bienestar personal, la concordia familiar y la armonía social. Por eso sus aspiraciones siempre se vieron colmadas y las expectativas de los que solicitaron su apoyo nunca fueron defraudas. Descansa en paz, querido amigo Jesús.

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