La diferenciación de género estuvo presente en la represión de las mujeres, había que imponer un modelo patriarcal y único de ser mujer. Haber traspasado los límites de la feminidad tradicional durante la Segunda República, se pagaba con la cárcel.
Presas políticas del franquismo.
Dos mujeres de Los Barrios fueron condenadas por motivaciones políticas, una por excitación a la rebelión y otra por encubrimiento a bandoleros. La ayuda a los que el régimen denominaba bandoleros, lo protagonizó Francisca Salas Correro, nacida en Los Barrios, aunque avecindada en la barriada algecireña de la Bajadilla, con 22 años fue condenada a la pena de 1 año y 3 meses, pasando por la prisión de partido de San Roque y la prisión de mujeres de Málaga.
Ana Carrasco Medinilla, nacida en Los Barrios, fue condenada a la edad de 65 años por excitación a la rebelión a 12 años y un día, pasando parte de ellos en la prisión de mujeres de Málaga.
La prisión de mujeres de Málaga fue la que albergo a las dos presas de Los Barrios, y la que albergo al mayor número de mujeres campogibraltareñas. Existe la posibilidad de que fuesen utilizadas en los experimentos de Antonio Vallejo-Nájera, jefe de los servicios psiquiátricos militares que, en sus experimentos en 1939 a las reclusas de la prisión de mujeres de Málaga, intentó demostrar «la perversión» de la izquierda, planteaba una tesis basada en la existencia de un «gen rojo» que conducía a la perversión moral, sexual e ideológica. Buscaba una explicación biológica al comunismo, con teorías cercanas a las nazis, El franquismo difundió la idea de que existía un gen rojo que conducía a la perversión moral. La investigación concluyó que las «rojas» mostraban un «carácter degenerativo» marcado por su tendencia al alcoholismo, el libertinaje y la promiscuidad, además de una inteligencia inferior a la media. En sus investigaciones afirmaba que las mujeres republicanas tenían «muchos puntos en común» con animales y niños, y que tenían comportamientos esquizoides, debilidad mental e introversión, por lo que participaban en política para satisfacer sus apetencias sexuales. Los resultados de los experimentos ponían en bandeja que la religión católica impusiera sus normas, y no muy lejos estaba la argumentación de que había que separar a los hijos de sus madres, presas políticas, para entregarlos a familias que cumplían los requisitos patrióticos indicados por el nuevo régimen.
Mujeres de Los Barrios en las prisiones para “mujeres caídas”
Las prisiones especiales para “mujeres caídas”, como así se denominan en los informes penitenciarios, son las grandes desconocidas de entre las cárceles femeninas que hubo en el franquismo. La peculiaridad de estas prisiones fue que estaban destinadas exclusivamente para las mujeres que eran reincidentes en infracciones relacionadas con la prostitución. Durante la posguerra, la prostitución clandestina, principalmente la callejera, aumentó enormemente.
El 6 de noviembre de 1941 se crea, por decreto, un sistema de prisiones especiales con el objetivo de retirar a las prostitutas de las calles y otros espacios públicos y someterlas a un proceso de regeneración y reforma moral y física, eran las prostitutas que estaban al margen de la legalidad de los burdeles. El aparato institucional crearía la Obra de Redención de Mujeres Caídas y el Patronato de Protección de la Mujer. Entre 1941 y mediados de los años 60 se habilitaron un total de 8 prisiones especiales, concebidas como reformatorios y llamadas por el régimen franquista Obra de Redención de Mujeres Caídas,
Cuatro mujeres de Los Barrios pasaron por estas cárceles. Una de ellas, nacida en Los Barrios, aunque avecindada en Algeciras, pasó por las prisiones de partido de San Roque, prisión de Aranjuez, prisión de Ventas (Madrid), prisión de Segovia, donde falleció en la propia cárcel a la edad de 33 años.
Las mujeres con hijos que ingresaban a estos centros con ellos, al cumplir los dos años, los niños hacinados en estas prisiones eran derivados a las diferentes instituciones estatales, sobre todo internados religiosos, con el objetivo de desvincularles de toda relación familiar “no católica”. Muchos de ellos eran entregados a familias que cumplían los requisitos patrióticos indicados por las autoridades.
Eran las más pobres, las más marginales, las que se vieron lanzadas a la prostitución clandestina. Las causas eran, sin duda, la pobreza y degradación a los que se sometió a los vencidos en la posguerra. Familias, con padres fusilados o en las cárceles, e hijos pasando hambre, lanzaron a aquellas a la calle.
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