Quienes conocen les parecerá reiterativo el recordatorio. Piensen que no está mal volver sobre este tema pensando en quienes aún lo desconocen. Además la conmemoración da pie a reflexionar sobre un desastre que se viene anunciando, cada vez sin menos tapujos, y con visos de que hay voluntad de permitirlo. Un 1 de abril de 1939, Francisco Franco firmaba en la ciudad de Burgos este último parte de guerra: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. Lo cual no llegó a significar que llegara la PAZ. Ya que a pesar de la constante propaganda sobre los “años de Paz”, del régimen dictatorial de Franco, los vencidos, más de la mitad del pueblo español, seguían represaliados por haber sido fieles a la República, aunque la mayoría de los políticos republicanos nunca estuvieron a la altura de lo que ella debería haber significado. En 2024, los políticos tampoco están a la altura de lo que debería significar una democracia. Por eso una vez más, parece imprescindible rememorar en este día lo que aconteció en 1939. Año fatídico también por el inicio de la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de ese mismo año. Quienes estudian la historia pueden, a la vista de lo que sucedió, apuntar a las causas de tanta barbarie. Y quienes van naciendo deberían conocer aquellas para evitar reproducirlas y de esta forma conjurar las enormes tragedias que la humanidad ha ido padeciendo. Es clásica la frase “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, que más allá de que la pronunciara o escribiera primero -que Ruiz de Santayana y Borrás, o Nicolás Avellaneda- encierra una profunda sabiduría. Hay quien piensa que de conocerse lo ocurrido difícilmente podrían producirse cambios sociales de importancia, ya que la prudencia impediría las locas aventuras de la ignorancia. También es célebre aquello de que “La ignorancia es osada”. Las nuevas generaciones, casi con seguridad por falta de experiencia, permiten que quienes las dirigen cometan “errores” de una gran trascendencia para las vidas de millones de personas. Las desastrosas consecuencias de cada una de las Guerras, que a miles en la historia de la humanidad se han producido, no parecen desalentar a quienes están deseando que otra se produzca y que, como dice el himno francés, “ que la sangre impura riegue nuestros campos”. ¿Hasta cuándo la humanidad puede permitir el sacrilegio de la guerra? No a las Guerras debería de ser un sentido y profundo grito colectivo de todas las sociedades. De la española, rusa y europea con más vera. Aún humean los restos de la Europa devastada hace casi 80 años y una Rusia, “putinizada”, ha olvidado los más de 20 millones de personas rusas muertas que causaron las locuras de Hitler y Stalin ¿Cómo es posible que aún se perciba la Guerra como solución? La Guerra siempre ha sido el problema. Los políticos que la desatan preparan el escenario para justificar la masacre en aras de obtener beneficios. A costa de lo que sea. Y los hay que, de uno u otro lado, salen más ricos. Cualquier contencioso es solucionable y con facilidad. Hay muchos más tratados de concordia que declaraciones de guerra y sin embargo a estas alturas del siglo XXI, el de la paz duradera, resuenan las explosiones, la destrucción y la muerte imponiendo sus irracionales y macabras locuras.
El 1 de abril de 1939 en España no acabó la guerra, como afirmó Franco en el último parte de guerra, que fue radiado por la RNE (Radio Nacional de España), la única cadena oficial del régimen, a las 22,30 horas. como venía siendo costumbre para comunicar a la audiencia el número de bajas del ejercito golpista, autodenominado “Nacional”. Actualmente aunque no hay obligación legal de difundir lo que desea el Gobierno, es evidente que todos los medios de comunicación se hacen eco de los comunicados oficiales que se difunden desde Moncloa o las agencias de noticias oficiales. Y esos medios también deben asumir la doble responsabilidad de, por un lado dejar de aventar los malos augurios, las mentiras más evidentes, y de otro, generar información veraz sobre los intereses bastardos que se encuentran detrás de cada conflicto y la inoperante diplomacia que los políticos de aquí y de allá vienen gestionando a favor de la guerra. Identificar y desenmascarar a quiénes ganan dineros a espuertas con la guerra presente, quienes se enriquecerán aún más con la futura, quienes están sobornados para permitirlo… Un periodismo inteligente y valiente ayudaría y mucho en desenmascarar las traiciones a la verdadera libertad de las personas y los pueblos. Después de 2 años de guerra en Ucrania y todas las medidas que dicen haber tomado las naciones del “mundo libre” e incluso la ONU, para pararla, el que se esté a las puertas de una guerra Nuclear hay que considerarlo un engaño, una estafa a la humanidad en su conjunto. Quienes hacen el negocio, vendiendo armas, combustibles y alimentos a los ejércitos, son quienes están detrás de esta matanza y destrucción. ¿No son criminales de guerra? Los dueños y los miembros de los consejos de administración, de las empresas armamentísticas, deberían ser condenados por genocidio. Ya que son sus armas las que causan los estragos. Llevan 7 años preparando esta guerra por venir. Las ventas en millones de dólares en 2016 eran: 47.248 Loockheed Martin, 29.500 Boeing (División Defensa, Espacio y Seguridad), 25.600 BAE Systems £19.020, 24.069 Raytheon, 24.508 Northrop Grumman (fuente BBC Mundo con datos de los informes financieros de cada compañía). Menos la System que es inglesa las otras 4 son de Estados Unidos. A 2024 se han quintuplicado. Los datos sobre la industria armamentística rusa son menos precisos pero igualmente se han incrementado. Como afirma el periodista Pjotr Saue el complejo militar-industrial ruso es: “un colosal entramado integrado por casi 6.000 empresas”. Los beneficios que estas obtienen son enormes a costa del presupuesto de Rusia que ha aumentado descomunalmente el gasto militar. La economía rusa se sostiene en los combustibles fósiles y la industria militar. Y ello, al igual que ocurre con la economía norteamericana, es lo que causa la “necesidad” del conflicto armado para seguir funcionando. Se acerca el 1 de abril y el mundo parece estar muy lejos de emitir el último parte de guerra.
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