“Garbage Patches”: Islas Flotantes de Basura

>
 

Ángel Tomás Herrera | Licenciado en Derecho

La basura es un problema global, complejo, de difícil solución a escala planetaria. La porquería, la inmundicia variopinta, ya sea industrial o doméstica, se extiende por todos los medios ( aéreo, terrestre y acuático ). El mayor problema no es sólo la cantidad, sino sobre todo la contaminación que provoca y su complicada destrucción o degradación. Los desechos provocan eutrofización, toxicidad, contaminación, degeneración, enfermedades y muerte en los diversos ecosistemas que sustentan la vida en la Tierra. El gran drama de la basura es cómo se elimina, sobre todo cuando estamos ante residuos derivados de hidrocarburos, plásticos, polímeros, metales y otras materias, fabricadas artificialmente, pues no cuentan con microorganismos que de forma natural los biodegraden. Piensen, por ejemplo, que una simple botella de plástico o una lata de aluminio pueden durar más de 600 años; un simple tapón de botella o las anillas de plástico de las latas de refrescos duran hasta 450 años; una compresa o un preservativo, 30 años; una colilla de cigarro o un papel de aluminio sobre 10 años; y las baterías o pilas, miles de años. No digamos nada cuando se producen vertidos de petróleo, gasolina, aceite u otro hidrocarburo, o escapes de aguas radiactivas o contaminadas; la degradación natural en el medio puede durar lustros y los hábitats no llegan nunca realmente a recuperarse.

Lo sintético, lo desechado y artificioso, aquello que tiramos, no olviden nunca que tiene billete de vuelta y se apellida basura. En la tierra firme, los desperdicios anuncian la presencia humana, las grandes urbes, con montañas humeantes de residuos. En países donde la miseria es crónica, muchos de estos macro vertederos se han transformado en morada y estilo de vida de los más desfavorecidos: Se me viene a la memoria, por ejemplo, el llamado Jardín Gramacho, a las afueras de Río de Janeiro – Brasil, con más de 60 millones de toneladas de basura, ó el arrabal Baba Faridpuri en Nueva Delhi – India, en el que además se ofrecen visitas guiadas a los turistas, para que puedan ver como se sobrevive en la inmundicia sin nada, sólo con la dignidad. No existe asentamiento humano exento de nuestras porquerías o libre de nuestras manos. Incluso ciudades tan históricas como El Cairo – Egipto, cuenta con barriadas como Manshyiat Naser o Zebela Medina – conocida como la “Ciudad de la Basura” -, donde se acumulan los residuos de todo Egipto. Allí los niños comparten sus juegos con moscas, basura y mierda, que llega a cubrir calles y edificios. La basura da cobijo y sustento a sus moradores – cristianos coptos en su mayoría -, instaurando un estilo peculiar y mísero de existencia.

La antesala de la miseria toma cuerpo en estos residuos sólidos urbanos, generadores de enfermedades y contaminación, aunque peores efectos conllevan los desechos químicos, agrícolas, industriales o electrónicos. Grandes potencias como EEUU o Japón, tradicionalmente han exportado ( para “tratamiento o desecho” ) enormes cantidades de residuos a China, India y el Sudeste Asiático. Como ejemplo podemos citar Bangladesh, que se ha convertido en el desguace naviero mundial. Allí se despiezan y se pudren lentamente al sol centenares de buques. Sus playas de Chittagong ya no tienen conchas y corales, pues yacen sepultadas por restos oxidados y envenenadas por metales pesados. En muchos puntos, el chapapote te llega por la rodilla. Una industria lucrativa que mueve millones, y genera enfermedades y cánceres a toda una generación de chatarreros nativos, que trabajan como esclavos noche y día, sin protección ni expectativas.

Europa no va a ser menos en esta carrera sucia, ya que suele escoger para sus vertidos y desechos el viejo continente africano. En África existen centenares de puntos donde los europeos explotan y esquilman los recursos naturales nativos, y a cambio dejan paisajes desolados de porquería. Y todo por un puñado de euros, que suele parar en manos de caciques locales o para alimentar guerras fraticidas y olvidadas por los medios occidentales: Vertederos por doquier en Gambia y Costa de Marfil; barcos varados y abandonados en las prístinas playas de Mozambique, cargados de químicos, sin bandera ni propietario conocido; cementerios nucleares a cielo abierto en Somalia… Son tantas “las buenas acciones” que prodigamos hacia aquellas gentes y lares, que me faltarían páginas para escribir. Nosotros generamos la basura, y los demás, es decir, los más pobres, el entorno y el resto de seres vivos, son quienes la sufren.

Las guerras económicas y comerciales, la búsqueda de recursos, las desigualdades sociales y el dinero son los motores que alimentan estos vertedores de cinismo. Y si en tierra firme la porquería nos come, qué podemos decir de la polución que esconden los mares. En abril de 2013 la UNESCO declaró como “Estado Federal figurado” un conjunto de cinco grandes islas de basura flotante, que se reparten por el Pacífico norte y sur, Atlántico norte y sur y el Océano Índico: Esta federación “performance” incluye cinco “Garbage Patchs” ( Parches de Basura ) o Sopas de residuos, con una extensión total de más de 16 millones de kms cuadrados, flotando a la deriva en diversos puntos del Pacífico, Atlántico e Índico. Sólo en el Pacífico norte, a mil kilómetros de Hawaii, encontramos la mancha de mayor tamaño ( 3 millones de kilómetros cuadrados – siete veces España – y miles de toneladas de basura ). Existen zonas donde los residuos están sumergidos, afectando incluso a la navegación. En general se trata de una sopa de restos de todo tipo, especialmente plásticos de multitud de tamaños, hasta alcanzar dimensiones microscópicas. Esta sopa a la jardinera de polímeros nunca se degrada, no son biodegradables, contaminando los ecosistemas y afectando a la cadena trófica marina. Miles de peces, tortugas, aves y mamíferos marinos mueren anualmente por culpa de nuestra inconsciencia, al tragarse nuestras maquinillas desechables, bolsas de plástico, mecheros, colillas y demás porquerías, que desde nuestras casas, terminan en el mar, formando parte de estos continentes de basura. Como dice el oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer, estas islas de residuos: “Se mueven como si fuera un gran animal sin correa”, provocando destrucción y muerte a su paso.

Este continente secreto y flotante en mitad del Pacífico norte – que ya se ve desde el espacio – lo descubrió en 1997, por casualidad, el oceanógrafo Charles Moore. Desde entonces no ha dejado de crecer. Hasta ahora se han localizado cuatro puntos negros más, pero el gran problema de estas basuras flotantes radica en su ubicación, ya que se mueven en aguas internacionales, lo que sirve de disculpa perfecta a todos los estados ribereños para no abordar los costes que conllevaría su limpieza. Por ahora sólo nos queda el arma de la información, concienciación y denuncia pública.

Créanme, los grandes problemas del siglo XXI no serán políticos, sociales o económicos, sino medio ambientales. Estamos acostumbrados a otear no más allá de nuestras narices, asimilando con cinismo toda la basura que esparcimos sin control por las tierras emergidas, sin tener en cuenta que los océanos – reservas de vida y recursos – esconden desagradables sorpresas, que sólo podremos evitar, si cambiamos la mentalidad, si comenzamos a valorar la vida en todas sus formas, y rompemos con nuestros hábitos de consumo, la producción globalizada y feroz, y la dependencia de los combustibles fósiles y los derivados de hidrocarburos. Sólo entonces, podremos quizás tener alguna oportunidad de salvar este magnífico Planeta, y de paso, nuestras efímeras vidas.

“Había vida salvaje, virgen, una selva en la frontera del mar, nunca vista por aquellos que flotan sobre una superficie opaca” – Jacques Cousteau.

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
15 abril 2024 | Patricio González García
Máxima gravedad
 
15 abril 2024 | Darío Iglesias Muñoz
En este valle de lágrimas