“ Hannibal ad Portas ”

>
 

Ángel Tomás Herrera | Licenciado en Derecho

Dice un proverbio árabe que “ la crueldad es la fuerza de los cobardes ”, aunque los defensores del anunciado nuevo Califato Islámico, parecen no darse por aludidos. Cualquiera que ojeé la prensa, vea un telediario o visione en Internet cualquiera de los espantosos vídeos que se intercambian, donde lo mismo se decapitan niños o se esclaviza a mujeres, que fusilan a jóvenes, crucifican, mutilan o entierran vivos a comunidades enteras, de seguro que se le quebrantará el ánimo, y el cuerpo se le quedará de piedra, como a la mujer de Lot.

A lo largo de nuestra Historia se ha matado y sembrado demasiado odio en nombre de ese Dios de los hombres. Estos fanáticos de lo trascendental y el Kalashnikov, que retratan a sus hijos asiendo la cabeza cortada del “infiel”, son un ejemplo más de cuantas veces el hombre tropieza con la misma piedra, con ese dios atávico y castigador que colecciona demasiados cadáveres de inocentes. Ya el Deuteronomio decía: “Mis flechas se embriagarán de sangre, y mi espada se hartará de carne…”, y vaya si nos estamos hartando de sangre, injusticias y muerte. Estos nuevos valedores del Islam, que pretenden instaurar la auténtica moralidad musulmana, conquistando y matando en nombre de Al-lāh, por lo que parece pertenecen a un nuevo grupo terrorista llamado así mismo Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL) o Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), a cuyo frente está el autoproclamado califa, Abu Bakr al Bagdadi.

El tal Bagdadi y sus adeptos yihadistas se han curtido en la guerra intestina siria, conquistando en poco tiempo importantes ciudades de Irak, en una operación relámpago que sólo ha teniendo hasta el momento un freno importante por parte de las tropas kurdas, ya que la comunidad internacional, sobre todo norteamericana, está teniendo una respuesta débil hasta la fecha. Quizás lo más peligroso de estos iluminados no sean sus carnicerías y fanatismo, sino que apuestan por la “conquista” de nuevos territorios para instaurar un nuevo Califato, entre ellos España, la antigua Al – Andalus. Del terrorismo globalizado de Al Qaeda, se quiere dar un paso de gigante, y reconquistar los llamados “territorios islámicos” . Hasta ahora oficialmente sólo existía el Califato instaurado en Afganistán por los talibanes, el de Mulá Mohammed Omar Uruzgani, pero el de Bagdadi es mucho más ambicioso, pretende comprometer a los más de 1.500 millones de musulmanes del planeta, y al menos ya existe sobre el papel. El peligro para nosotros occidentales, que tenemos a la Economía por el nuevo Díos, no es sólo la expansión territorial de estos yihadistas, sino su elevado número y la posible conversión de los suníes sirios e iraquís. Además el problema lo tenemos ya en casa, pues muchos de estos “instauradores de la fe islámica” vienen de los países occidentales, de segunda y tercera generación de emigrantes árabes o norte africanos, unidos por una fe ciega. Si a esto le añadimos la enorme cantidad de armas que han obtenido en su avance y el dinero que tienen ( sólo de los bancos de Mosul se calculan 429 millones de dólares ), podremos comprender hasta que punto puede llegar la crisis abierta en Oriente. Como en los tiempos de Salah ad-Din Yusuf ibn Ayyub (Saladino), conquistan poblaciones, refinerías, presas y centrales hidroeléctricas, arrasando comunidades enteras, como ya han demostrado con los miles de cristianos de la provincia de Nínive, pasados a cuchillos y muertos por miles en el desierto, al intentar escapar de la barbarie.

Estamos ante una nueva cruzada, llevada a cabo por “señores de la guerra” que han compartido columpio y pupitre con nosotros, que tienen tantos misiles tierra – aire como personas dispuestas a morir y colgar sus “machadas” en facebook. Se sigue matando en nombre de la fe; sólo han cambiado los protagonistas, pero el escenario es el mismo. A la memoría me vienen las palabras de Raimundo de Aguilers, cronista de la Primera Cruzada, relatando los hechos acontecidos tras la toma de Jerusalén por los cruzados en 1099:  “… Maravillosos espectáculos alegraban nuestra vista. Algunos de nosotros, los más piadosos, cortaron las cabezas de los musulmanes; otros los hicieron blancos de sus flechas; otros fueron más lejos y los arrastraron a las hogueras. En las calles y plazas de Jerusalén no se veían más que montones de cabezas, manos y pies. Se derramó tanta sangre en la mezquita edificada sobre el templo de Salomón, que los cadáveres flotaban en ella y en muchos lugares la sangre nos llegaba hasta la rodilla. Cuando no hubo más musulmanes que matar, los jefes del ejército se dirigieron en procesión a la Iglesia del Santo Sepulcro para la ceremonia de acción de gracias”.

El cortar lenguas y manos, el matar niños y violar mujeres, el arrasar a fuego y sangre es tan primitivo como la maldad humana. Es complicado enfrentarse a mentes medievales con armas del siglo XXI. Las conciencias no tienen cura, y es evidente que se ha abierto un gran brecha en las tierras de Jesús y Mahoma. Los ecos de la Batalla de los Cuernos de Hattin vuelven a sonar al Oeste y Este del Mar de Galilea, con unos sarracenos que aún no se han enterado lo que ya hace tiempo dijo Nietzsche: “La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: Lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso” al mismo tiempo. Los peligros atávicos siguen viniendo del mar, siguen vislumbrándose desde las viejas torres albarranas o desde lo alto del monte Auseva. Pero esta vez no salvarán las piedras, como ocurrió con Don Pelayo.

Con esta nueva amenaza tras la esquina, con esta pretensión de colonialismo religioso musulmán, pertrechado de bombas y televisado por las redes sociales, espero, la verdad, no tengamos que rememorar las inmortales palabras que Cicerón nos legó en sus oraciones Philippi: “Hannibal ad portas ” – “Aníbal está a las puertas”… .

Siempre merece la pena apostar por la libertad y la vida. Seamos puente no meta… ” Y el que no desee morir de sed entre los hombres, debe saber beber en todos los vasos, y el que quiera permanecer puro entre los hombres debe aprender a lavarse con agua sucia “.

Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie – Friedrich Nietzsche.

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
15 abril 2024 | Patricio González García
Máxima gravedad
 
15 abril 2024 | Darío Iglesias Muñoz
En este valle de lágrimas