Primavera ponzoñosa: La cantárida y otros insectos venenosos del Campo de Gibraltar

Los días poco a poco se alargan y la bondad del tiempo nos recuerda que la primavera late en cada rincón de nuestros bosques, ríos y costas. En la infinita variedad de hábitats de la Comarca Campogibraltareña las flores de mil formas y colores son la tarjeta de vista de una primavera que despliega su mano fecunda y generosa sobre las manchas boscosas, la campiña, las áridas herrizas, las dunas y costas o las más humildes cunetas de caminos centenarios y campos de labor. Es el tiempo que precede a las romerías y las ferias locales, recuerdos de celebraciones paganas y deidades olvidadas, hoy cargadas de religiosidad y tradición.

>
 

Ángel Tomás Herrera. Licenciado en Derecho / Naturalista | Foto portada: Cantárida o Mosca Española (Lagorina sericea)

En ese paisaje primaveral y multicolor se despliega todo un microcosmos de invertebrados – insectos, arácnidos y miriápodos – que utilizan toxinas y venenos, tanto como arma de ataque como de defensa, y que son desconocidos para la mayor parte de personas. La biodiversidad de invertebrados en nuestro territorio es asombrosa ya que podemos encontrar especies de origen euroasiático, mediterráneo, atlántico, norteafricano y endémicas. Muchos de estos seres hacen del veneno su arma secreta, advirtiendo al mundo de su toxicidad gracias a la presencia en sus cuerpos de espinas, aguijones o colores vistosos. A continuación veremos algunos de nuestros insectos e invertebrados más curiosos y letales que desarrollan su ciclo vital durante la primavera, ajenos a nuestras miradas y populosas fiestas patronales y celebraciones:

La Cantárida o “Mosca Española” (Lytta Vesicatoria): La cantárida es un pequeño coleóptero de color verde esmeralda que podemos ver estos días primaverales sobrevolando las flores de nuestros campos. Es un insecto con historia debido a que guarda un secreto letal. Y es que este escarabajo contiene la llamada “cantaridina”, un potente veneno que se ha usado desde la Antigüedad, no sólo para matar, sino también como medicamente y afrodisiaco. Sólo unos 0,03 gramos de cantaridina son suficientes para matar a una persona, de ahí que el insecto advierta sobre su toxicidad con esos hermosos colores verde iridiscente. Sobre sus efectos ya hablaron Hipócrates de Cos y Aristóteles, advirtiendo sobre su uso en ceremoniales de fertilidad y rituales chamánicos. Además del efecto abrasivo y venenoso, la cantaridina en pequeñas dosis resulta ser un vasodilatador. Ya Plinio “El Viejo” en su obra « Historia Natural » citaba hasta en catorce ocasiones el empleo de la mosca española en la medicina de entonces: “ Tiene la propiedad de quemar la carne, también provoca la orina; por esto las daba Hipócrates a los hidrópicos ( quienes sufrían acumulación de líquidos ) ”. El médico Disocórides también estudió el insecto, al que le atribuía propiedades vasodilatadoras, y ya mencionaba entonces sus efectos positivos sobre la erección del miembro viril.

La cantárida se secaba y trituraba hasta transformarla en un fino polvo, de color marrón amarillento con reflejos iridiscentes, olor desagradable y sabor amargo. En los antiguos pueblos íberos se usó como veneno, abortivo y afrodisíaco. Cuando la cantárida se ingiere produce eliminación de orina, inflama las membranas mucosas y provoca la muerte. En pequeñas dosis actúa como una “viagra natural”, ya que produce una excitación sexual muy intensa y priapismo, es decir, una erección involuntaria del pene durante cuatro horas. A lo largo de la Historia esa cualidad afrodisíaca provocó muchas más muertes que placeres. Se cuenta que Livia, esposa del Emperador Cesar Augusto, conocía sobre las cualidades afrodisíacas del insecto y que solía mezclar en la comida o el vino el dorado polvo para chantajear sexualmente a los adversarios políticos de su marido. En la vida de dos personajes que navegan entra la realidad y la literatura, Giacomo Casanova y el Marqués de Sade, aparece citada la cantárida con el objetivo de aumentar la libido de sus conquistas. El Marqués de Sade – que fue procesado en varios momentos de su vida por escándalos sexuales – estuvo involucrado en el verano de 1772 en el llamado “ Caso de Marsella” en el que, después de una orgía con varias prostitutas, fue acusado de haberlas envenenado al suministrarles caramelos de cantárida.

El caso más conocido y rumoreado en España sobre la letal mosca española fue la muerte de Fernando II de Aragón o «El Católico». Casado con Germana de Foix, de 18 años de edad, menos de un año después de la muerte de Isabel la Católica, el veterano Fernando buscó con empeño engendrar un heredero con su nueva esposa. El matrimonio levantó las iras de los nobles de Castilla y de la dinastía de los Habsburgo, ya que sabían que esas nuevas nupcias eran reflejo de la maniobra de Fernando el Católico para impedir que el hijo de Felipe «el Hermoso» ( el futuro Carlos I ) heredase la Corona de Aragón.

Según Jerónimo Zurita – cronista del Reino de Aragón – el Rey sufrió una grave enfermedad ocasionada por un “ feo potaje que la Reina le hizo dar para más habilitarle, que pudiese tener hijos. Esta enfermedad se fue agravando cada día, confirmándose en hidropesía con muchos desmayos, y mal de corazón: de donde creyeron algunos que le fueron dadas yerbas ”. Ese “feo potaje”, que contenía sustancias vigorizantes como cantaridina y testículos de toro, con el tiempo le provocó a Fernando una hemorragia cerebral que le costó la vida. Otra víctima insigne de la cantárida fue el caudillo Simón Bolivar. Según narra Gabriel García Márquez en su obra «El General y su laberinto», a Bolivar le fue recomendado por el doctor Révérend el empleo de parches de cantárida para tratar un catarro que nunca superó, lo que al final provocaría su envenenamiento. La dosis determina que es veneno y que es fármaco. Es por eso que la cantárida nunca ha faltado en los boticarios de los mejores envenenadores de todos los periodos. Tras su empleo esporádico en el Renacimiento como veneno, la cantárida volvió al panorama revolucionario francés en forma de polvo abortivo y estimulante sexual. Ya desde mediados del siglo XVIII se comercializaba la cantárida en Francia a través de las conocidas «Pastillas Richelieu», que provocaban la repentina erección del miembro, pero también una forma muy discreta de asesinar a alguien sin dejar rastro. Tal fue el uso de esta letal sustancia, que en muchas partes de Europa las cantáridas desaparecieron o vieron disminuidas sus poblaciones. Hoy en día no es ya el comercio, sino la contaminación y los pesticidas los que están provocando la desaparición de estos coloridas insectos. Curiosa pues la historia de la cantárida, tan venenosa como activa en el plano sexual, ritual y curativo.

Aceitera Común (Berberomeloe majalis) – Foto: Ángel Tomás Herrera

Aceitera Común (Berberomeloe majalis)

Las Aceiteras (Berberomeloe majalis): Las llamadas aceiteras, curas o carralejas son escarabajos que surgen por cientos durante la primavera para alimentarse de las flores y hierba que crece en abundancia, tras una fase larvaria en la que se alimentan de adultos y huevos de abejas y avispas. Son coleópteros vesicantes (Meloidae) que cuentan con 16 especies en la Península Ibérica. La hembra de este insecto es muy llamativa con su abdomen alargado y fusiforme de color negro con bandas transversales anaranjadas o de color rojo sangre. Como la cantárida, la aceitera cuenta también con cantaridina que excreta junto con su sangre (hemolinfa) por unos orificios laterales en cuanto se ve atacada. Este líquido rojizo si se toca provoca una sensación de quemadura como la que produciría el aceite hirviendo sobre la piel, de ahí su nombre vulgar o común. Aunque no llega a provocar la muerte, la ingesta del insecto o el líquido que excreta provoca erupciones, irritación, vómitos y fuertes diarreas. Tradicionalmente el líquido se ha usado para quemar verrugas.

Orugas de Procesionaria del Pino (Thaumetopoea pityocampa)

Orugas de Procesionaria del Pino (Thaumetopoea pityocampa)

Las Procesionarias del Pino: Las llamadas procesionarias del pino son las larvas u orugas de la mariposa Thaumetopoea pityocampa. Se alimentan en su fase de oruga de las acículas de los pinos, cedros y abetos, distribuyéndose por todos los países del arco mediterráneo. Son característicos los nidales de seda que construyen en las copas de los pinos y su forma de locomoción formando largas filas o hileras – de ahí su nombre de procesionarias. Pero lo que hace peligrosas a estas activas orugas es su defensa química. A lo largo del cuerpo de la oruga se distribuyen cientos de pelos urticantes que se desprenden fácilmente y flotan en el aire, provocando alergias e irritación de ojos, nariz, oídos o garganta. La acción sobre perros, gatos u otros animales que intenten comerse la oruga es aún peor, ya que en muchos casos les provocan el envenenamiento. Estas reacciones nocivas las produce una toxina que tiene la oruga llamada thaumatopina, muy similar a la que poseen los pelos urticantes de las ortigas. En nuestro entorno las procesionarias siempre son abundantes, aunque suelen mantenerse a raya para no transformarse en plagas gracias a fumigaciones fitosanitarias controladas.

Escorpión común, amarillo o alacrán (Buthus occitanus)

Escorpiones, Tarántulas, Ciempiés y Escolopendras: No sólo muchos insectos de nuestros campos contienen potentes toxinas, líquidos irritantes y venenos, también otros invertebrados más antiguos guardan el secreto de la ponzoña. Entre éstos tenemos que destacar las dos especies de Escorpiones que pueblan nuestros bosques y pedregales ( Buthus occitanus y Buthus ibericus ), que cuentan con un potente veneno en su aguijón con el que dan caza a diferentes artrópodos en sus cacerías nocturnas. No suele provocar la muerte a personas el alacrán, aunque en caso de niños, ancianos y personas con problemas alérgicos y cardiacos se han registrado muertes. Lo normal si te pica el alacrán es un fuerte dolor y la producción de edemas y ampollas equimóticas, así como cefalea, lipotimia, fiebre, vómitos y una ligera disnea. Los escorpiones son los invertebrados más primitivos que existen sobre la tierra, junto con las arañas y libélulas. Su estructura y hábitos no han cambiado en millones de años. Son unos auténticos “ acorazados cargados de toxinas”, que cazan activamente a sus presas durante la noche, en la que brillan gracias a la bioluminiscencia de su exoesqueleto compuesto por minerales que reaccionan a longitudes de onda ultravioleta. Junto a los primitivos escorpiones, en las zonas áridas, boscosas y serranas encontramos diversas especies de miriápodos o ciempiés que suelen vivir bajo piedras y troncos muertos, y que también cuentan con potentes venenos. Entre éstos tenemos que destacar por su abundancia la llamada escolopendra.

Escolopendra ( Scolopendra cingulata )

La Escolopendra (Scolopendra cingulata) es el mayor ciempiés de Europa, superando los 15 cm de longitud. Caza durante la noche arañas, cucarachas, caracoles y otros invertebrados, a los que mata inoculándoles un potente veneno. La mordedura de la escolopendra es muy dolorosa, pudiendo provocar daños a personas sensibles o alérgicas. El veneno que inoculan los ciempiés es tanto irritativo – tóxico como mortal, y suele estar compuesto por ácido clorhídrico, cianuro de hidrógeno, ácidos orgánicos, fenol, cresoles, benzoquinonas o hidroquinonas. Las especies más venenosas viven en los trópicos donde alcanzan sus mayores tallas.

Araña Lobo o Tarántula ( Lycosa tarantula )

Araña Lobo o Tarántula ( Lycosa tarantula )

La Tarántula ( Lycosa tarantula ): La llamada araña lobo o tarántula es una de las arañas más grandes de Europa ( las hembras llegan a alcanzar los 4 cm de longitud ), y en los terrenos secos y pedregosos de nuestros bosques y sierras es muy abundante. Suele cazar sus presas al acecho, en la entrada de su cueva que excava en el terreno y en la que vive y da a luz sus crías. La galería que usa de hogar puede llegar a medir más de 30 cm y está rematada en el exterior por un embudo de seda entrelazado por palitos y hierbas, que le sirven como defensa ante el escorpión, que es su mayor predador. La mordedura de la tarántula es mortal para los insectos de los que se alimenta, pero para el hombre no produce más daño que la picadura de una abeja. Se suele confundir la tarántula con Hogma radiata, similar en aspecto. Durante la Edad Media se pensaba que la picadura de la tarántula producía la llamada “tarantela”, un movimiento rápido y compulsivo. De hecho por analogía a esta errónea creencia se llamó tarantela a un baile popular de la ciudad de Tarento en Apulia – Italia, que se realiza con castañuelas y panderetes, emulando al picado por la araña o al propio apareamiento de la tarántula, raudo y frenético. Finalmente entre los arácnidos de nuestro entorno no podemos olvidarnos de la llamada araña toro o negra de alcornocal (Macrothele calpeiana) por ser muy tóxica y la mayor araña de Europa, alcanzando hasta 8 cm de longitud. Suele vivir bajo troncos podridos, muros y rocas, y su nombre “calpeiana” hace referencia al lugar donde fue descubierta la especie por primera vez ( Calpe – Gibraltar ) por el naturalista francés Charles Athanase Walckenaer en 1805.

Mariposa Monarca (Danaus plexipus)

Mariposa Monarca (Danaus plexipus)

La primavera hermosa y ponzoñosa culmina su listado de invertebrados tóxicos y venenosos con un enorme listado de himenópteros ( hormígas, avispas, avispones, abejas y abejorros ) que visitan todas las flores que en estos días se abren a la vida. Muchos de estos insectos voladores tóxicos son también escarabajos y mariposas. Entre estas últimas tenemos una gran variedad, destacando por su toxicidad la bella y alóctona mariposa monarca:

La Mariposa Monarca (Danaus plexipus) es un lepidóptero nativo de Norte América y Canadá que lleva a cabo una de las mayores migraciones para un insecto ( más de 5000 kilómetros ), desde el norte americano hasta México. Ya sea por migración o por introducción involuntaria, la monarca también está presente en otros lugares del mundo. Entre los nuevos hábitats que ha colonizado la mariposa está la Península Ibérica, que cuenta con poblaciones estables en nuestro Parque Natural del Estrecho y Alcornocales. Su presencia se viene constatando desde hace años. Según los últimos estudios, la monarca conquistó nuestros campos durante el siglo XIX debido a la introducción de sus plantas nutricias, la llamada mata de la seda (Gomphocarpus fruticosus) y el algodoncillo (Asclepias curassavica). A la población existente posiblemente se le sumaron en tiempos más recientes nuevos ejemplares que venían en plantas de invernaderos de flor cortada de la zona. Sea como fuese, la grande y vistosa mariposa monarca forma ya parte de nuestros insectos ponzoñosos. Su coloración nos advierte sobre su toxicidad, ya que tanto oruga como mariposa contienen importantes cantidades de glucósidos cardíacos, toxinas muy similares a las que contiene la planta digital o dedalera, tan abundante en las zonas umbrías de nuestros bosques.

Como hemos podido comprobar el colorido primaveral no está exento de toxicidad, a veces incluso letal. Con este pequeño repaso he querido dar a conocer de primera mano una serie insectos e invertebrados que podemos observar en nuestras salidas campestres, y que tienen en común diversos venenos y toxinas que usan tanto para atacar como para defenderse. Algunos de estos seres – como es el caso de la cantárida – ya se conocen sus efectos nocivos o positivos desde la Prehistoria, prácticamente desde la noche de los tiempos.

“La diferencia entre un veneno, una medicina y un narcótico es sólo la dosis”.

 

 

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
18 abril 2024 | José Antonio Hernández Guerrero
Procedimientos narrativos para descifrar la complejidad de la vida actual
 
15 abril 2024 | Patricio González García
Máxima gravedad