Romero y sus mítines encubiertos

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José Antonio Ortega | jaortega@jaortega.es - www.jaortega.es

El señor Romero está intentando darse este mes de noviembre un baño de multitudes con ese invento suyo de las asambleas vecinales. Digo que está intentándolo y no que se lo vaya a dar. Pues tengo entendido que no ha ido apenas gente a las que se han celebrado y tengo también la impresión de que no va a ir mucha más a las que todavía quedan por celebrarse. Y eso que el señor alcalde, tirando de los recursos públicos, como si la economía del Ayuntamiento ya estuviera para lanzar cohetes, no ha escatimado esfuerzos a la hora de difundir a través de los medios (prensa, radio y tv) la celebración de estas citas, por aquello de que ya estamos en la precampaña de la precampaña de la campaña correspondiente a las elecciones municipales de mayo de 2015.

Como decía, me da a mí que no va a ir mucha gente y que la que va a ir –quitando a los incondicionales de PA y a los incondicionales del PP que se sumen a la fiesta– lo va a hacer por curiosear, si no para darle la lata, más que otra cosa.

Entre otras razones, porque no creo yo que la ciudadanía esté por la labor de que le sigan tomando el pelo y contando nuevas o antiguas milongas.

Lo dije el año pasado cuando tuvo lugar la segunda edición de estas asambleas vecinales y lo repito ahora que ha comenzado esta tercera edición. Teniendo en cuenta la trayectoria de quien hablamos, la demagogia de la que ha hecho gala, no ya desde que es alcalde, sino desde que se inició en la actividad política, el cinismo que exhibe y el talante con el que actúa, estoy absolutamente convencido de que, tras el supuesto objetivo de informar a la ciudadanía, y darle la posibilidad de participar en los asuntos públicos, lo que se esconde en toda esta movida es, por un lado, un intento de justificar su ineptitud y su inoperancia como alcalde y, por otro, un deseo de manipulación de la opinión pública barreña.

Para facilitar la participación a los vecinos en los asuntos públicos no son necesarios estos actos que se monta el señor Romero a su medida y que pueden considerarse más bien mítines. Sólo es necesario ser dialogante y menos soberbio en el ejercicio del cargo. Y, por supuesto, contar con el parecer de los vecinos, a través de consultas u otros procedimientos, pero no sólo para unos asuntos sí y otros no, en función de intereses partidistas, sino para todos aquellos cuya importancia y relevancia lo exijan.

Lo que pasa es que yo creo que este muchacho le ha cogido el gusto a eso de lucirse. Algo que no es de extrañar, teniendo en cuenta que en sus años mozos le moló un taco vestirse de luces y torear en plaza. Así que es comprensible que aproveche cualquier oportunidad que se le brinda para dar rienda suelta a sus afanes de protagonismo y a su vocación frustrada de maestro. Y estas asambleas –cómo no– le vienen que ni pintadas. No porque pueda dar lecciones de tauromaquia, pero sí, al menos, de todo cuanto ha aprendido desde que se dedica a la política, sin apenas dar golpe, y, sobre todo, gracias a esos cursos de la FEMP cuyos diplomas exhibe en la antesala de su despacho de alcaldía como si fueran títulos obtenidos en Harvard.

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