La suerte de Don Alejandro

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José Antonio Ortega | jaortega@jaortega.es - www.jaortega.es

Si la reciente imputación de la diputada provincial de Turismo, y responsable de Tugasa, Inmaculada Olivero, por la muerte de un trabajador de esta empresa pública en accidente laboral, allá por diciembre de 2013, ha debido suponer todo un contratiempo para los populares linenses, la noticia sobre la acusación y apertura de juicio oral contra el exalcalde de La Línea Alejandro Sánchez por estafa les ha tenido que sentar, en precampaña de cara a las municipales, como una patada en los c… cataplines. O algo así por el estilo. Aunque el susodicho no forme parte de la candidatura del PP en esta ciudad para la cita con las urnas del próximo 24 de mayo.

El hoy jefe de gabinete del secretario de Estado de Seguridad, dependiente del Ministerio del Interior, se enfrenta a una posible condena de cuatro años de cárcel, tras ser denunciado por vender presuntamente dos veces y a dos compradores distintos un inmueble de titularidad municipal y hacerse el longui. Yo no le deseo al señor Sánchez nada malo, pero, si por h o por b, el hombre ha metido la pata en este asunto, y la ha metido hasta el corvejón, pues que arree con el mochuelo y, por supuesto, que pague las consecuencias. Aunque, eso sí, dimitir sí que debería haber dimitido ya, digo yo, si es que hasta la fecha no lo ha hecho. Porque lo que ocupa dentro del organigrama de dicho ministerio es uno de esos cargos políticos de libre designación a los que no se accede por mérito ni por oposición, sino por recomendación. Y, visto lo visto, no parece muy recomendable que siga ocupándolo.

Además, creo que, aun cuando sea declarado inocente, el señor Sánchez haría bien en ir buscándose otro boquete con que ganarse los cuartos. Lejos, por supuesto, de las administraciones gobernadas por su partido, bajo cuyo paraguas ha desarrollado toda esa carrera que empezó, chispa más o menos, si no me equivoco, cuando el ya desaparecido y olvidado Juan Carlos Juárez le montó –¡dios sabe a santo de qué!– aquella oficinita allá en Bruselas para que se distrajese. Mas no porque tenga yo nada en contra de que don Alejandro trabaje para lo público. Sino porque me da a mí que, como buen pepero que es, seguro que critica que lo hagan otros, en particular quienes no son ni de sus filas ni de su cuerda, y hasta reniega del sector que precisamente durante años tanto le ha dado de comer.

Por si no lo saben, este muchacho es el que tuvo aquella brillante idea de cobrar un peaje a todo hijo de vecino que atravesase La Línea por la Nacional 351 en dirección a Gibraltar. No sólo para equilibrar las cuentas del Ayuntamiento linense, sino para paliar la ruina en la que los equipos de gobierno de los que él mismo formó parte sumieron a la institución. Una ocurrencia esta que critiqué y alabé a un mismo tiempo y que probablemente ayudó al exalcalde a promocionarse dentro de una organización política la suya en la que, como es sabido, el padrinazgo para medrar tiene más relevancia que en ninguna otra.

Desde que la información sobre la presunta doble venta trascendió, a raíz de la denuncia interpuesta por uno de los perjudicados, tanto la deriva judicial que tomaría este caso como la suerte del ex primer edil linense estaban más que cantadas. Y es otra prueba añadida, la enésima, de que la gestión del Partido Popular en La Línea desde que unió su destino al GIL tuvo muchas más sombras que luces y, desde luego, no se puede calificar de modélica, ni muchísimo menos.

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