Ande yo caliente y ríase la gente

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J. A. Ortega | Periodista y Escritor

Cuando se pierde el sentido del ridículo se corre el riesgo de perder también la noción de la realidad. Y mucho me temo que eso es lo que les está ocurriendo al señor Romero, alcalde de Los Barrios, y, por extensión, a su muy flamante equipo de gobierno. Podría traer a colación más de un ejemplo ilustrativo de lo que afirmo, porque haberlos, haylos, y no pocos sino más bien muchos. Pero uno del que hemos tenido constancia muy recientemente me basta. Entre otras razones, porque reúne todos los elementos para que podamos hacernos una idea bastante exacta de la naturaleza del fenómeno al que nos enfrentamos. Me refiero a lo sucedido en torno a la consulta popular sobre la cubierta de la plaza de toros La Montera y, sobre todo, a la exposición de la experiencia sobre su convocatoria ante la asamblea de la Federación Española de Municipios y Provincias. ¡Casi ná!

Tengo para mí que el día de marras los miembros de la citada asamblea se lo debieron pasar bomba ante el espectáculo que los representantes del Ayuntamiento barreño se dignaron ofrecerles con el tema del referéndum sobre el coso taurino como pretexto. Y tengo para mí también que en algún momento se pudieron ver obligados incluso a contener un tanto la risa por los tintes cómicos que a buen seguro reunió la función, si es que no sintieron –lo que es igualmente muy posible– algo de vergüenza ajena. Mas no lo digo por las ya conocidas y más que contrastadas escasas cualidades para la oratoria de quien se ocupó de dicha exposición. A saber, la delegada municipal de Participación Ciudadana, señora Elena Andrades. Sino por la propia experiencia de la consulta y el desarrollo de la misma. A menos, claro, que la señora Andrades se dedicara allí a contar milongas, lo que –conociendo como ya conocemos al personal– no sería de extrañar en absoluto.

Me pregunto qué es lo que diría exactamente la señora delegada de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Los Barrios ante la FEMP. Si les soy sincero, me encantaría poder ver un vídeo del acto para deleitarme y salir de dudas. En cualquier caso, es prácticamente imposible que todo cuanto relatara ante tan excelsa institución en la capital del reino se ajustara mucho a la verdad de las cosas, porque de todos es sabido que la iniciativa de dar la palabra a los ciudadanos respecto a las obras de La Montera terminó siendo una auténtica chapuza y, por tanto, un fracaso estrepitoso del señor Romero y compañía que –estoy convencido– pasará, o, mejor dicho, ya ha pasado, por méritos propios, como este ínclito primer edil quería, a los anales de la historia barreña.

Sí, hemos de reconocerlo. Al César lo que es del César. En morro y osadía al señor Romero no hay quien le gane. E igual se puede decir en lo que se refiere a parte de  su troupe. Por eso, mientras la amenaza de una próxima hecatombe se cierne sobre la institución municipal, por su incompetente e irresponsable gestión; mientras la deuda aumenta de forma desorbitada al tiempo que disminuye o se deteriora el patrimonio –acordémonos de la piscina cubierta y del cierre de sus instalaciones desde hace meses– y mientras muchos de los servicios públicos básicos continúan funcionando de modo lamentable, el actual alcalde de Los Barrios y su equipo de gobierno tratan de distraer la atención de la opinión pública con su patriotismo barato y sacando pecho por proyectos tan ambiciosos para el futuro de la localidad como la habilitación de unas plazas de aparcamiento en la barriada La Viñuela. Orgullosísimos todos ellos, por supuesto, de su brillantez como gestores y, de paso, contentísimos con lo que ganan desde julio de 2015 para acá, después de subirse sus emolumentos cerca de un 40 por ciento.

 

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