El debate que yo vi

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J. A. Ortega | Periodista y Escritor

Me sitúo entre esos espectadores –no sé cuántos pero supongo que también son muchos– con una opinión divergente sobre cómo se desarrolló el debate electoral a cuatro del pasado lunes. Me refiero a una opinión divergente con respecto a esa a la que se ha dado coba a través de gran parte de los medios. Coincido con quienes piensan que nadie terminó como vencedor claro, pero discrepo rotundamente con quienes tienen la desfachatez de afirmar que Rajoy salió vivo del lance, que es, por cierto, como decir prácticamente que salió “airoso”. Nada más lejos de la realidad. Y discrepo, desde luego, todavía más, como es lógico, de quienes –con una indignante falta de rigor y honestidad intelectual que clama al cielo– señalan encima al actual presidente en funciones como el ganador en la mencionada contienda dialéctica de los principales candidatos a la presidencia del gobierno en las elecciones del próximo 26 de junio. Yo no solo creo que Rajoy no salió vivo. Es que creo que entró ya muerto. Todo sea dicho, obviamente, en sentido figurado.

El candidato del PP fue el único gran derrotado del enfrentamiento verbal al que asistimos el pasado día 13. Otra cosa distinta es que el balance de su papel en el mismo se traduzca o no en una pérdida de votos en esta nueva cita con las urnas. Rajoy fue vapuleado. Lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta que acudió a la convocatoria en la sede de la Academia de la TV –cual Gary Cooper– “solo ante el peligro” y, además, hubo de vérselas con tres rivales a un mismo tiempo. Es más, yo diría que estuvo a punto de ser abatido –por unos segundos bastante largos se quedó hasta sin habla el hombre, protagonizando una escena un tanto dramática ante la que a más de uno, entre los que me incluyo, debió resultarle imposible no apenarse y conmoverse– cuando le tocó hablar de corrupción y ese muchacho afable pero un tanto insolente de C’s llamado Albert Rivera, que apunta grandes maneras de líder y tiene ante sí una muy prometedora y brillante carrera política, le dio la del pulpo, en particular con el tema Bárcenas. Lo que tampoco es de extrañar porque de todos es sabido que en ese apartado, y habiendo caído todo lo que ha caído desde 2011 para acá, lo tenía a huevo.

Está claro que, a menos que se produzca una sorpresa y el PP recupere gran parte de los apoyos que durante los últimos cuatro años –yo diría que con todo merecimiento– se ha ido dejando por el camino, don Mariano tiene las horas contadas. Y tiene las horas contadas porque el hombre debería haber hecho mutis por el foro hace ya mucho y haberse ido a su casa, por el bien de España y por el bien de su partido.

 

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