Cuando de vetos se trata

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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

¡La guerra!, siempre la guerra. En un mundo globalizado cualquier guerra por lejana que nos parezca acaba incidiendo en nuestro mundo y ¡de qué forma! Que se lo digan a los agricultores y ganaderos españoles que exportaban a Rusia sus productos. La medida adoptada por Rusia, de vetar los productos agropecuarios procedentes de países que han secundado las medidas sancionadoras, impuestas principalmente por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), está generando graves pérdidas en este sector. Todo este asunto de la Guerra en Ucrania, está produciendo una cascada de acciones y reacciones que parecen no acabar. Lo cierto es que el veto ruso requiere una respuesta de la UE para que agricultores y ganaderos puedan hacer frente a las pérdidas ocasionadas.

El hecho de que unos países tengan que dejar de exportar a Rusia y que otros aumenten sus exportaciones, debería conllevar un cambio en la política económica internacional de la UE. Pero la Unión mira para dentro ¿por qué será? y pretende redistribuir los fondos destinados a la política agraria común (PAC), para de esta forma que todos la ciudadanía Europea pague los nocivos efectos del veto ruso. Llama la atención como un conjunto de terceros países no han sido vetados por Rusia, ya que han hecho mutis por el foro, cuando de dar la cara al conflicto Ucraniano se trataba. En la ONU no se trata el que Rusia desestabilice paramilitarmente a Ucrania, ya que allí también Rusia cuenta con al poder del vetar cualquier resolución.

¿Tiene sentido que terceros países, que venden aquí y en Rusia sus productos, saquen tajada del veto ruso? Evidentemente si los productos agropecuarios europeos y españoles dejan de venderse en Rusia, lo suyo sería que fuesen adquiridos en Europa y España, de forma que aquellos países que exportan libremente a Rusia dejen de hacerlo a Europa y España. Esta reducción de las importaciones, de terceros países a Europa y España, mejoraría la capacidad de consumo de los productos propios, que han sido vetados en el mercado Ruso. Nuestro sector agropecuario compensa el problema causado por el veto ruso y de paso se “solidarizan” las perdidas en este mundo globalizado.

Algunos países no quieren enterarse de que con la globalización no hay escapatoria posible y se impone dar la cara. No basta la condena virtual de la “comunidad internacional” por el conflicto generado por Rusia en las provincias orientales y la más grave expropiación de Crimea, Ucraniana. Vientos del pasado nos traen olores nauseabundos de fascismos imperialistas.

Fdo Rafael Fenoy Rico

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