Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)
Me comentan que en los próximo días 26 y 27 de mayo, la Agencia Andaluza de Evaluación pretende que, en los centros educativos andaluces, se apliquen las denominadas pruebas Escalas. El profesorado de los centros sabe, por el día a día; y las familias, conocen, qué aprende y cómo aprenden sus hijos e hijas. Por ello estas “pruebas” suponen uno de los más claros despilfarros de dinero que el gobierno socialista andaluz ha venido realizando desde hace años. Indagando un poco es posible conocer que la aplicación de las pruebas cuesta cada año en torno a 500.000 euros, a lo que hay que añadir el costo de la enseñanza que deja de impartirse, algo más de 6 horas por cada alumno y alumna que participa en estas pruebas. La Agencia (la AGAEVE) encargada de realizarlas gasta 5 millones de euros al año desde su creación en 2009. Mientras, tanto el gobierno socialista en la Junta de Andalucía, viene reduciendo programas educativos, plazas en comedores, suprime 4.502 plazas docentes en Andalucía, recorta becas, etc.
Algunos sindicatos, como CGT, reclaman la necesidad de reconducir este inútil gasto, así como los más de 400 millones de euros que se vienen dilapidando con el mal llamado Plan de Calidad. Sin estos dineros, se reduce el tiempo de atención a cada alumno o alumna, se aumenta la ratio y la carga lectiva del profesorado, se reduce el número de profesores que sin duda mejorarían la oferta educativa, cuando no se sustituye al profesorado enfermo, cuando se recortan los gastos de funcionamiento de los centros educativos. Orientando ese despilfarro otra educación para el pueblo SI es posible.
Hay quienes afirman que sólo sirven para generar rankings ¿qué sentido tiene, si no, que se denominen Escala? Y por ello hacen un llamamiento a las familias para que muestren su no conformidad con que sus hijas e hijos participen en estas pruebas, que nada tienen que ver con los procesos de enseñanza aprendizaje y menos con la evaluación de los mismos. Comentan que sería bueno y necesario que muchas familias muestren en sus centros educativos su voluntad de eximir al alumnado de la realización de las mismas. Si alguna persona argumenta que estas pruebas son buenas o necesarias, lo suyo es preguntarle: ¿mandará la AGAEVE, o la Consejería de Educación, a los centros los medios que se han reclamado año tras años, sustituirán al profesorado enfermo, reducirán la ratio, aumentaran las dotaciones económicas para el desarrollo de actividades educativas? Si la respuesta es no, pues que haga la prueba Rita la cantaora.
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