Y la luz se hizo en la Juliana

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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

No se habla del acto creador recogido en el libo del Génesis (1.3) “Y dijo Dios: Haya luz, y hubo luz.” 4 “Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas”. Sin embargo lo que acontece en una calle sencilla de la Juliana, Barriada algecireña, tiene mucho que ver con la inmensa potencia que tiene la voluntad de las gentes. Una calle que no tiene alumbrado público, es una pesadilla para quien en ella deben deambular a horas donde la luz del día se ausentó ante el empuje de la oscuridad. Si, además, las aceras y calzada gozan de algún que otro boquete, el miedo a darse de bruces en tierra, de tener una mala caída, se apodera del ánimo de las personas.

Este desasosiego compartido empuja la voluntad colectiva, haciendo que unas personas junto a otras hablen, discurran y encuentren la forma de resolver el problema, que no es de una de ellas, sino de cientos. Este mecanismo de toma de decisiones es el que permite la convivencia en esta bendita ciudad de la “isla verde”.

Y encuentran la forma de poner la farola que falta aquí o allá y de que la energía eléctrica, que el pueblo paga, llegue a la incandescente bombilla comunitaria y que su hermosa luz solidaria haga posible el tránsito nocturno de los seres humanos por la calle.

Vuelve a instalarse en la conciencia colectiva el orgullo del trabajo cooperativo que resuelve asuntos y que hace pensar que otros, más graves o más complejos, pueden tener idéntica solución. En lugar de invocar la graciable dádiva, la limosna interesada electoralmente, al sacrosanto chaman político, juntas las personas se organizan y ponen remedio a sus necesidades.

Una lección de civismo que debería extenderse para que los movimientos asociativos discurran por caminos de cooperación autogestionaria, abandonando la senda del pedigüeñísmo limosnero al político de turno, que cuando le parece los recibe, foto, dice oírles y a otra cosa “mariposa”. Falta hace una ley que permita a la ciudadanía aportar recursos personales y económicos para resolver sus problemas comunes y después al menos los económicos poder desgravárselos. Incentivar el voluntariado, movilizar las energías populares será sin duda la clave para salir de tanta miseria.

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