Bastante hacen los pobres con criar hijos

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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

La aportación de quienes son madres y padres al bien estar de la nación es un  asunto poco valorado por el conjunto de la sociedad.

El número total de personas que se dedican a la crianza de hijas e hijos es enorme, aunque disminuye rápidamente, y la cantidad de energía necesaria para su crianza es difícil de calcular. ¿Podría un Estado moderno sufragar el costo de esta tan esencial tarea? ¿Podría un Estado moderno sostenerse sin el reemplazo de las personas que fallecen?

Un dato permite  situar la perspectiva sobre este asunto. Un 40% de los  hogares en España son de pareja con hijos; Un 25% de pareja sin hijos, un 21% están habitados por una sola persona.  El 19% restante son núcleos monoparentales, estando habitados una pequeña parte por más de una persona sin relación familiar entre ellas.  Otro dato que permite valorar la velocidad del cambio es que los hogares unipersonales se han quintuplicado en España  entre 1977 y 2015. Antes no llegaban a 700 mil  y hace menos de un año su número se acerca a 4 millones. En los entornos urbanos el fenómeno de compartir piso entre personas desconocidas se está disparando, ya que la reducción de salarios y la inestabilidad laboral empujan a las personas a buscar habitaciones, que no pisos, por ser imposible sostener los alquileres. 

Y en estas circunstancias la velocidad del fenómeno aumenta exponencialmente, y ello viene acompañado inevitablemente de la bajada de la natalidad promovida por unas coordenadas económicas y sociales desfavorables.

En este dinámico e inestable contexto las preguntas siguen en pié: ¿Podría un Estado moderno sufragar el costo de la crianza? Siendo la respuesta  SI, por inevitable. ¿Podría un Estado moderno sostenerse sin el reemplazo de las personas que fallecen? Como la respuesta es NO, no cabe otra salida que ayudar a la crianza.

Y en esto como en otras ocasiones poco de nuevo hay bajo el sol, como nos dice Nicolas Maquiavelo  en el capitulo XXXII del discurso la primera década de Tito Livio, escrito en 1519, cuando nos dice como el Senado de Roma buscó el apoyo de la Plebe bajando impuestos: “suprimiendo la contribución de la sal y otros tributos, a causa, según se dijo, de que los pobres bastante hacían por el bien público criando  a sus hijos”.

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