USA la profecía del Conde de Aranda

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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

La figura de Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda, es digna de ser conocida siquiera sea por la profética carta que remitió a Carlos III en 1783, sobre Estados Unidos de America (USA), siendo embajador de España en París y habiendo participado en la firma del tratado por el que adquirió USA la independencia de Gran Bretaña, ese mismo año. “Llegará un día en que crezca y se torne gigante y aún coloso temible en aquellas regiones. Entonces, olvidará los beneficios que ha recibido de las dos potencias (Francia y España), y sólo pensará en su engrandecimiento… y dentro de pocos años veremos con verdadero dolor la existencia tiránica de este coloso de que voy hablando” Amén de otros vaticinios certeros, hasta tal punto que, si Carlos III hubiera seguido sus consejos, Hispanoamérica y España seguirían ligadas en sus destinos.

Aragonés por más señas, nació en 1719 en Siétamo (Huesca)  y murió, un 9 de enero de 1798 en Épila (Zaragoza), donde residía después de ser apartado del Consejo de Estado por Godoy. Casi todos los grandes acontecimientos políticos del apasionante siglo XVIII fueron contemplados por esta mente más que preclara. Se le cita muy de paso en la Historia de España, que cada vez menos horario tiene en la Educación. Y es que el tener una tan dilatada y rica historia, y reducir su presencia en el currículum, es harto difícil que la ciudadanía pueda abarcar el conocimiento de todas las grandes personas que pasaron por ella. Evidentemente quienes hoy deciden sobre la política educativa están muy por debajo de la capacidad de este hombre de Estado.

En tiempos inciertos, como los presentes, con tantos interrogantes sobre el futuro inmediato a escala mundial, y se comenta tanto sobre el nuevo tratado que permitirá el Brexit, se desearía contar con personas tan brillantes como la de Pedro Pablo, Conde de Aranda. Las referencias en internet son muchas, incluyendo la que Savater hace en su obra El jardín de las dudas, recogiendo lo escrito por el mismísimo Francisco María Arouet, (seudónimo de Voltaire): “No sé si conocéis el artículo que dedico a Aranda en mi Diccionario filosófico — obra de cuya paternidad suelo renegar por motivos de seguridad cuando me dirijo a un público menos fiable que vos —. Es la única entrada con nombre propio contemporáneo en ese breviario de mi filosofía y no me arrepiento de habérsela consagrado.”

 Un profundo conocimiento recogido de la experiencia y una inteligencia sobrada, permiten otear un futuro, que es preciso preparar en este presente.

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