Manuel Ramírez Tocón | Articulista
No, no voy a exponer criterios u opiniones sobre lo contemplado en la ley electoral sobre la conformación de las candidaturas a elecciones. El título de este artículo de opinión corresponde efectivamente a listas, pero concretamente a unas lista en las que figuro no con el fin de apostar por algún tipo de representatividad sino por ser blanco del rechazo por parte de la ineptitud anclada en el poder local.
Hubo una época en la que la melamina, los perfiles de aluminio y los sillones anatómicos sustituyeron a las maderas nobles de los despachos donde residía el poder de paso, el que solo se disfrutaba, y no cataban, pues para ello siempre había algún superior con la venia para ese goce.
Mientras los camiones de mudanzas esperaban a pie de escalerilla, los nuevos ocupantes cortaron los hilos del conducto reglamentario y decidieron, por decreto, que ese cauce, por donde discurría el poder, debía cortarse por aquello de la alergia a lo vertical. En las solapas se cocieron los ojales donde descansaban las rapaces y las camisas lucían, con orgullo, los pin de la frescura.
Pero ante tanto cambio de fachada y diseño, hay quien ha mantenido su buena relación con su cerrajero de siempre y ha mandado a instalar cerradura en los modernos cajones portafolios al no ser participe de las aperturas y accesos libres.
En uno de esos cajones, con aldabas de hierro forjado con la calentura del odio y la vendetta, está mi nombre y los de vecinos y vecinas de Palmones que hemos cometido el espinoso delito de pensar diferente al redactor de tan repugnante lista negra. Así es, puede sonar a algún pasaje de novela histórica de mediados del XX pero es la pura y actual realidad.
Estar representado por un cargo público, elegido democráticamente que elige a su libre albedrío a quien representa y a quien no es, cuando menos, denunciable públicamente amen de que signifique dejación en sus funciones para las que fue elegido. Es lamentable, así lo pienso, sentirse excluido por tu representante municipal simplemente por ejercer tu derecho a la crítica y a expresar, con libertad, tus ideas.
Sin ánimos de acritud, quiero pensar que es la tan superlativa ignorancia la causante de esta gestión facciosa y que no es aplicada de forma intencionada por alguien que, mas pronto que tarde, volverá a ocupar su lugar dentro de la sociedad del pueblo.
En la susodicha lista coincidimos los acusados de insultos, criticas, gritos, alusiones en las redes, caricaturistas y defensores del asociacionismo. Que Díos nos proteja, por lo menos Él no pide antecedentes para atendernos.
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