La herencia recibida

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Julio C. Pacheco | Vecino de Los Barrios

Independientemente de que sea usted un tieso, semitieso -cómo el que les escribe- o todo un potentado por estas tierras del sur, hay un acto vital que indefectiblemente no podrá rehuir, el hecho de diñarla.

Si no tiene usted más trampas que aquel que puso en su epitafio eso de <>, lo normal es que intente dejar los papeles medio arreglados para que los suyos, los más directos y queridos. Que de acordarse de usted, lo hagan de buen grado por su generosidad y mejor administración.

En una situación media, uno suele dejar un pisito o casa, algún préstamo o hipoteca, algún seguro, alguna cartilla y las cuatro chorradas que se nos ha ido antojando comprarnos por el camino. Los más precavidos ya llevaban años pagando `los muertos´ y habrán otorgado testamento. Las dos cosas muy recomendables porque -aparte de evitarle gastos y papeleos innecesarios a sus seres amados- evita que después de muerto encima lo tachen a usted de abintestato. Que muchos pueden haber sido sus pecados y defectos en esta vida, pero de eso a calificarlo de una forma tan rara -y a estas alturas ya de su rigor mortis-, ¡Ni mijita!

Si usted ha entrado en la estafa piramidal de tener descendencia, la cosa se le complica con esto de la herencia, los legados, las legitimas de los nenes y nenas, movidones entre su cónyuge, posibles ex, parejas de hecho y de roce; y alguna nuera y/o yerno que siempre, siempre, tienen mucho que decir. E incluso alguno que pase por allí pidiendo una prueba de su ADN, reclamando un cariño patrimonial post mortem.

Si es de la parte que recibe la herencia -uno de los beneficiarios- hay algunas cuestiones elementales. Lo fundamental es no abrir ninguna botella de champán en público el día que se entere. Suele quedar en evidencia que no era mucho y sincero el afecto que usted le profesaba y el dolor por la pérdida irreparable del finado -no es que fuera fino y educado, es otra palabreja que se usa en Derecho- Una frase elemental y que no debe olvidar si va a aceptar algo <> porque le pueden dejar más deudas que otra cosa. Una vez asimilados estos conceptos elementales tendrá que hacer muchos, muchos número.

Grosso modo, si el fallecido tenía su residencia habitual en nuestra Andalucía, lo primero que se le considerará en materia de fiscalidad es si es usted cónyuge o pariente directo del fallecido y si además puede padece alguna discapacidad. Algo esencial -para que no le rasquen el bolsillo por recibir este patrimonio- es que se trate de su vivienda habitual o las empresas, negocios individuales o familiares. Por regla general, si se encuentra en los casos anteriores y la cosa no supera los 175.000 euros- estarán exentos de tributar. Como es entendible no pretendo hacer un avezado estudio del tema en este simple y desenfadado texto. Lo que está muy claro es que tanto si le meten en un nicho, le incineran o dona usted sus vergüenzas a la ciencia, el fisco se va a encargar de revisar si era realmente por aquí donde vivía, o en tierra de chapelas, o de barretinas… que cada comunidad autónoma tiene potestad para recaudar sobre el asunto y ya que usted se independiza del todo, pues con más motivo.

¿Se acabó lo que hay que pagar? Para nada. Tendrá que abonarle el correspondiente arancel al notario y al registrador de la propiedad. Sí, he dicho registrador de la propiedad. No, no se preocupen que Mariano todavía continúa de presidente en funciones y no ha vuelto a este asunto por el momento.

Bueno, pues hechas ya las cuentas, preferentemente asesorado por un buen profesional, que por supuesto también cobrará sus emolumentos -que para eso ha estudiado y se lo ha currado- a convertirse en heredero o legatario. Lo normal, de algún familiar próximo, o quizás de alguien más lejano. Poca cosa o algo más. Un coche, una vieja casa de VPO… o un gran cortijo, la dentadura postiza de una tía abuela, o 1/39ª parte de un casoplón en Villa Terruños de Arriba -antes conocida como Villa Terruños del Caudillo-. Incluso se le puede dar el caso de ser una auténtica fortuna. ¡Y qué narices!, lo de hacerse emprendedor suena estupendo, pero lo de vivir toda la vida de las rentas suena aún mejor.

Y ya que piensa que todo anda zanjado, todavía le puede llegar alguna sorpresa por pequeñas deudas pendientes o algún pleito por el reparto. Puede, incluso, que hasta desde algún Ayuntamiento -sí, de ésos de los que se acuerda usted cuando da un mal traspié por un bache, su calle está sucia, hay cortes de agua, le multan por aparcar, paga `el sello´o el IBI; sí, sí, ese mismo que le llena de pascueros algunas rotondas en Navidades- le manden una cartita apremiante en la que le informen que se le ha olvidado lo de las `plusvalías´ <>. Le recuerdan el incremento del valor de la parte del terreno recibido y que también se tendrá que retratar con su corporación.

Así que hagan bien las cuentas antes de aceptar nada, que el asunto les puede dejar en la ruina. Que ya sabemos la falta de liquidez y créditos actuales para poder hacer frente a todos estos gastos, y me da la impresión de que no va a aparecerles ningún potentado chino, ni ruso, ni `petroárabe´ con una urgencia vital y absoluta para comprarles su parte del casoplón de Villa Terruños.

Que usted lo herede bien.

 

 

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