La coherencia del presente

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Darío Iglesias Muñoz

En estos días de Semana Santa donde invocamos a lo Invisible para que se haga presente en el mundo visible, ese mundo espiritual que todos llevamos dentro y que interviene en el mundo y en la vida, no nos vendría nada mal hacer una parada en el arduo camino de esta vida que pasa y mirarnos por dentro, mirar a ese mundo infinito del yo más profundo y personal que somos nosotros y preguntarnos cómo está siendo nuestra vida.

No pretendo desde estas líneas instruir a nadie, tampoco enjuiciar. Sólo quiero mostrar una pequeña reflexión sobre algo que me parece muy necesario y de vital importancia para la vida en general, la coherencia de vivir en el momento presente.

Decimos que alguien es coherente cuando actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa, es decir, que vive conforme a lo que cree, siente y piensa, que no vive en una dualidad, que su vida habla por sí misma y respalda con sus obras aquellos valores y criterios en los que cree. La coherencia es equilibrio y transparencia, sinceridad y valentía.

Parece que nuestro mundo está muy necesitado de ello, de personas que vivan congruentemente. Cuando digo nuestro mundo me refiero a todos los ámbitos de la vida, también en política. Vivir el presente coherentemente no es nada fácil, se requiere de una buena dosis de libertad, y ser libres no es nada fácil. Y es que en la vida sólo existe el momento presente, el ahora. El tiempo pasa y, con él, nosotros, pero todos tenemos una gran dificultad para concentrarnos en el presente y, sobre todo, vivirlo con coherencia. Siempre estamos pensando en el pasado, en lo que hemos hecho, en cómo podríamos haberlo hecho mejor, en las consecuencias de nuestros actos. O nos preocupamos del futuro, de lo que vamos a hacer mañana, qué decisiones tendremos que tomar, cómo conseguir lo que siempre hemos soñado. A veces se nos olvida de que el pasado y el futuro sólo existen en nuestra memoria. Lo real y decisivo es el presente, el momento que tenemos entre nuestras manos, los segundos que somos capaces de contar al instante en nuestro reloj.

Vivir como si fuésemos a morir mañana y aprender como si fuésemos a vivir siempre”, decía Gandhi. Ojalá esto sea una realidad. Nuestro mundo sería distinto porque no estaríamos añorando lo que pasó ni pensando en lo que pasará y viviríamos cada día como si fuera el primero, el último, el único día de nuestra vida.

Un abrazo a todos y feliz Semana Santa. Ánimo y adelante.

 

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