Apostar por los jóvenes

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Darío Iglesias Muñoz

Decía Pepe Chamizo en uno de sus libros, “la juventud es la mano que mece la cuna del mañana”. Y, ciertamente, es así. Los jóvenes constituyen la ciudadanía del presente pero, sobre todo, la de nuestro futuro. Sobre ellos recaerá la toma de decisiones, la sanidad, la educación, la política, la religión.

Los jóvenes, más allá de ser una generación perdida, sin valores y sin ganas de trabajar, como dicen algunos, son personas con ganas de vivir, de trabajar, de construir un mundo mejor, de apostar y luchar. Conozco a muchos jóvenes que tienen inquietudes, que no se conforman, que se buscan la vida. Aunque, ciertamente, hay de todo.

Desde las instituciones correspondientes, se tiene que hacer el esfuerzo unánime por trabajar y construir un mundo en el que la juventud esté presente, tenga voz y cuente. Un universo que también sea para los jóvenes, en el que puedan participar, aportar, equivocarse. Los jóvenes han de tener un papel activo en el presente para formular ese futuro que se asoma a la vuelta de la esquina. No pueden quedarse a la espera, tomando un papel pasivo, viendo pasar oportunidades, o lo que es peor, viendo pasar la vida.

Veo la necesidad también de atenderles humanamente para que puedan crecer como verdaderas personas y así puedan sentirse útiles y ser tenidos en cuenta. Para ello, la formación y la cultura deben seguir siendo elementos imprescindibles para el bienestar de los jóvenes. Somos lo que recibimos y lo que aprendemos. La educación, hoy al igual que ayer, seguirá siendo un pilar fundamental para crear una sociedad democrática donde los jóvenes se vayan fraguando y puedan ir construyendo sus vidas.

Amigos y amigas, hemos de contar con la juventud que, además, está llamando a la puerta de la participación. La juventud quiere participar, tiene cosas que aportar. No podemos decir que tenemos a los jóvenes mejor formados y luego olvidarnos de ellos, sin darles la ocasión de trabajar. Tienen derecho y, además, se lo merecen.

Decía un escritor latinoamericano que las persona tenemos dos ojos, uno de carne con el que vemos lo que miramos, y otro de vidrio con el que vemos lo que soñamos. Desde estas líneas invito a todos los jóvenes a soñar. Soñar que todo puede ser distinto si ponemos los mejor de nosotros mismos. Y soñar para arriesgar, porque el que no arriesga no camina. Un abrazo a todos. Ánimo y adelante.

 

 

 

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