Políticos corruptos y estallido social

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Darío Iglesias Muñoz

Llevo varios días pensando en la penosa situación que está viviendo nuestra sociedad española; esa lacra repugnante y detestable que llamamos corrupción política. No soy nadie para juzgar y condenar, ya hay demasiados torquemadas vocacionales para eso. Pero que algo muy gordo está pasando en el panorama político español, es evidente. Políticos corruptos que manchan la imagen de su Partido y que, lamentablemente, no están a la altura de la ciudadanía sino de sus bolsillos. Políticos que sólo se miran a ellos mismos y se olvidan de lo importante, estar al servicio del pueblo.

Si en algo estamos de acuerdo todos, o casi todos, es que la corrupción es un mal que debemos erradicar. Enriquece a unos cuantos mientras que la totalidad de los ciudadanos somos afectados y machacados. Amigos y amigas, no hay mejor tratamiento para la higiene política de un país que la medicina de la honradez, la solidaridad, la transparencia y el bien común, pero esa es la que nuestros dirigentes no han practicado jamás.

Necesitamos urgentemente políticos con un marcado perfil social y no el perfil principesco que quieren la mayoría de los partidos. Políticos que se metan en el barro y que sean capaces de poner un oído en el pueblo. Políticos que bajen de la torre de Babel, la torre de la soberbia y el egoísmo y recorran las calles donde la humanidad se hace presente. En definitiva, políticos con “olor a pueblo”.

Decía Pepe Chamizo, “los ciudadanos están hasta el gorro de los políticos”. Y no le faltaba razón. La gente está cansada de tanta corrupción y de tanta mediocridad. Está harta de engaños y de peleas, de que sean siempre los mismos quienes ganan y siempre los mismos quienes pierdan la batalla de la vida, que los pobres sean cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. En definitiva, la gente está cansada de que jueguen con su dignidad.

Qué triste es ver a políticos que sean capaces de ponerse de acuerdo para dividir y machacar, y no para arrimar el hombro y construir juntos. Es hora de la sensatez, de saber qué queremos y cómo lo queremos. No valen los extremos, las políticas populistas, las dictaduras solapadas, los gobiernos incoherentes, los políticos sin ética ni valores. Optemos por el realismo, la coherencia, la sinceridad y, sobre todo, la humanidad.

Amigos y amigas. Hay que dejarse ya de tanta tontería y de mirarse al ombligo, que es lo que están haciendo. ¿Es tan difícil hacer las cosas bien?

 

 

 

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