Los representantes de los trabajadores en el Ayuntamiento cumplen su función y nadie duda que debidamente. Sin embargo, ello no significa que en todo lo que digan o de dejen de decir y en todo lo que hagan o dejen de hacer estén amparados por la razón. Demandan, como es lógico y comprensible, el abono puntual de las nóminas, de los atrasos que se adeuda a la plantilla y la entrega del material necesario para que cada empleado pueda desempeñar el trabajo que tenga asignado. Nada que objetar al respecto. Sería estúpido y más todavía si se es un trabajador. Pero, aun reconociendo los notables esfuerzos realizados hasta la fecha, no estaría de más pedirles a los sindicatos un sacrificio extra, que merece la pena, además, porque lo que está en juego son puestos de trabajo y no pocos. El problema del Consistorio barreño es económico. No tiene para hacer frente a los compromisos de pago y la situación se ha agravado en el último año y medio debido a la crisis y las limitaciones del crédito. Se está haciendo lo posible y lo imposible por ir saneando la hacienda local de la manera menos traumática que las circunstancias permitan. Los empleados, en efecto, no somos culpables de cómo está el cotarro, faltaría más, pero sí somos responsables, cuando menos, de contribuir a la solución, para que el barco no se vaya a pique y nos ahoguemos todos con él. Al anterior alcalde se le podrá criticar por más de un error cometido, pero también es verdad que muchos deberían estarle agradecidos. Siempre se opuso a toda medida de reducción de gasto que pasase por despidos, de ahí el aumento de los casos de presunto prestamismo laboral, pactados, por cierto, con las organizaciones sindicales, en los que han venido incurriendo las empresas municipales, y desde luego para que las tesis de Rojas puedan seguir defendiéndose, y no se mande gente al paro, especialmente a la que curra y no percibe ningún sueldo de escándalo, lo que no ayuda en el momento actual es un exceso de presión, que, además, no garantiza en absoluto a nadie ni el mantenimiento de su puesto, excepto los funcionarios, ni el cobro de lo que se le deba.
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