SOBRE NUESTRA VIDA

Opiniones

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Las opiniones defendidas como “verdades” son origen de casi todos los conflictos. Pero no son las diferencias de opinión en sí lo que hace que se desate un conflicto, es la idea de llevar la espada de la verdad con la que salimos a conquistar el mundo, como hicieron los misioneros españoles en el nuevo continente.

Creemos que tenemos razón, y así se lo planteamos al “otro” que seguramente ha llegado a otras conclusiones. Pero estamos equivocados. Por mucho que podamos comprobarlo científicamente, documentarlo con libros o con nuestra experiencia personal, no tenemos razón. Solo tenemos una opinión.

Decir y reconocer esto suena fácil, pero no lo es en absoluto, ya que, soltar la idea de que nuestra verdad sea un imperativo para todos y debería ser implantado como ley general, cuesta mucho, muchísimo.

Os pongo un ejemplo de mí: nacida y educada en Austria por padres maestros, he vivido una infancia y adolescencia donde teníamos sobre todo obligaciones, y pocas libertades. La televisión era algo tremendamente restringido, con unas dos horas permitidas al día máximamente, y con el programa seleccionado acorde a las edades que teníamos. De los videojuegos que salieron más adelante ni hablar. Tema tabú total. Y los comics, tampoco fueron aprobados.

La intención de mis padres era educarnos bien, y especialmente, fomentar nuestro desarrollo intelectual, lingüístico y cultural. El desarrollo emocional y creativo no era un tema en su mundo de valores.

¿Tenían razón mis padres? ¿Se equivocaron?

Cuando me tocó educar a mis hijos, mi intención era educarlos en valores de respeto, y fomentar su desarrollo tanto intelectual como emocional y creativo. En mi formación como terapeuta y persona puse toda intención en mi crecimiento y sanación de heridas infantiles, no en último término para no cometer los mismos “errores” que habían cometido mis padres, ni tampoco hacer lo contrario. A lo largo del proceso de la crianza de mis hijos que ahora son jóvenes adultos prácticamente, he ido aprendiendo con y de ellos. Hoy me llena de orgullo y felicidad ver a mis dos hijos, capaces de aprender y caminar por la vida con una cierta autonomía e independencia, acorde a sus respectivas edades.

Hoy me encuentro, con los hijos de mi pareja, en una nueva situación: ellos tienen muchas más libertades y menos obligaciones de los que tenían mis hijos, y muchísimo más de lo que tenía yo. Hasta ahora creía que tenía que educarlos, ímpetu con el que he chocado una y otra vez, tanto con mi pareja como con los niños, conforme éstos se han ido haciendo más mayores y más rebeldes. Mis “métodos” que tan bien “funcionaban” con mis hijos, están fallando aquí.

Ahora estoy aprendiendo algo totalmente nuevo: todo lo que aprendí, lo que hice y logré, ha valido para mí y ha resultado positivo para el crecimiento de mis hijos. Pero las conclusiones que saco de mi experiencia como madre educadora no se pueden generalizar. Y aunque tuviera razón, no me corresponde implantar mi manera de ver el mundo a otras personas – ni a mi pareja, ni a sus hijos, ni a nadie.

Tras un proceso bastante tormentoso, estoy aprendiendo a soltar el control y la defensa de “mis maneras”. Dudar de mí y barajar la idea de que no estoy en lo cierto, me está abriendo una nueva visión de las cosas en las que aprendo a escuchar y ver las cosas de otra manera. ¡Sagrada capacidad de la duda!

Sé que no sé nada, – ya lo decía Sócrates. No sé nada, no sé quién tiene la razón. De hecho, no hay UNA manera, ni UNA solución, ni “la razón”. Hay visiones, opiniones y puntos de vista. No tengo que estar de acuerdo con el otro. Pero puedo dejarlo estar, puedo observar y aprender cada día algo nuevo. Este es el regalo: si reconozco las opiniones como tal y suelto la defensa de mi “verdad”, se abren puertas a nuevos aprendizajes.

Al menos eso sospecho. Este camino ha hecho nada más que comenzar. Ahora toca caminarlo, vivirlo y descubrirlo. Con la única certeza de que “sé que no sé nada”.

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

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