Instrucción ciudadana, pieza clave como recurso preventivo


 

Nunca he sido partidario de que la única opción sea (tal y como dice el refrán): “las letras con sangre entran”. Creo que las letras, deben enseñarse con palabras, y si estas son instructivas, mejor. Es cierto, que en nuestra profesión, desgraciadamente debemos de ser contundentes en determinadas actuaciones, para defender el principio de autoridad y el imperio de la ley; pero también lo es, que tenemos una vertiente educativa, que puede llegar a conseguir el objetivo, sin más represión que la comprensión, sin necesidad de llegar a nuestra última ratio de la intervención policial.

Si observamos la evolución de la sociedad en los últimos tiempos, vemos como anteriormente, el riesgo que se producía era individual y cada ciudadano se responsabilizaba y se encargaba de las consecuencias de sus actos, primaba el principio de responsabilidad individual y de previsión.

Con la llegada del estado de bienestar o estado de providencia, el riesgo pasa a ser colectivo, o sea, afecta a categorías de personas en sus mutuas relaciones y prima el principio de solidaridad y prevención. Y a esa sociedad actual de riesgos, se le aplica el principio de precaución.

Dicho esto, la sociedad actual, debe tener siempre en cuenta tres principios fundamentales: el principio de previsión (la capacidad de anticipar las situaciones de riesgo, esto es, de detectar con antelación los peligros ya sean de carácter natural o antrópico); el principio de prevención (actuar frente a riesgos comprobables, con el objetivo de evitar que ocurra alguna cosa antes de repararla o intentar mitigarla); y el principio de precaución (se utiliza la intuición y la cautela ante la incertidumbre).

Continuando con el patrón preventivo del presente texto, sería conveniente reseñar la “secuencia de actuación ante un accidente”, ya que la misma sería válida para cualquier persona que estuviera presente en el mismo, y que siguiendo los pasos correspondientes, prevendría enormemente la seguridad del escenario, de la víctima o víctimas si las hubiere, y de uno mismo, alertaría con mayor celeridad a los servicios de emergencias correspondientes y daría comienzo a socorrer en busca de la protección de dichas víctimas.

Al ser una información prioritaria para la instrucción de la ciudadanía, hago constar dicha secuencia para abrir el abanico y llegar a más personas en lo que a intervenir en una emergencia se refiere, y cuyos primeros pasos, son fundamentales para el devenir del posterior trabajo de los servicios intervinientes.

En cualquier accidente debemos activar el sistema de emergencia. Para ello recordaremos la palabra P.A.S., que está formada por las iniciales de las tres actuaciones secuenciales que hay que efectuar ante un accidentado:

 La P de PROTEGER: Lo primero, antes de iniciar ninguna acción es tener la seguridad que tanto el accidentado, como nosotros estamos fuera de peligro. A tener en cuenta en situaciones de peligro de electrocución, posibilidades de atropello, derrumbes, etc.

 La A de AVISAR: Siempre que sea posible daremos aviso a los servicios sanitarios de la existencia de accidente y así activamos el sistema de emergencia, para inmediatamente empezar a socorrer mientras esperamos la llegada de ayuda.

 La S de SOCORRER: Efectuados los dos pasos precedentes,
procederemos a actuar sobre el accidentado, iniciando la EVOLUCIÓN
PRIMARIA, es decir, reconociendo los signos vitales, conciencia,
respiración y pulso, siempre por ese orden.

Como hemos podido ver, se hace imprescindible por consiguiente, tanto para una autoprotección adecuada, como para una mejor colaboración con los servicios de emergencias, instruir a la sociedad: a través de vídeos, reportajes, con reparto de folletos y charlas/talleres en los Centros Educativos (docentes, alumnado y familias), en las A.A.V.V., al personal laboral o funcionario de los edificios de las diferentes administraciones públicas, colectivos de diversa índole, etc.…ya que esa faceta, ayudará enormemente a aumentar la seguridad ciudadana, inclinándose la balanza claramente hacia un mundo más seguro.

Para la confección de campañas de prevención, se han de tener presentes tres factores fundamentales:

1) A quién va dirigida (afectados, interesados, etc.).

2) Estudio de la información que debe recoger (sencillas, de gran claridad para que sea entendida, etc.).

3) Estudio de cómo difundirla (determinado colectivo, masivamente, etc., de tal manera que llegue en el menor tiempo posible y con las garantías necesarias para ser recepcionada y fácilmente asimilada).

No existe antídoto más eficaz, que la implicación ciudadana; y en ese sentido, es necesario poner el foco en dos aspectos fundamentales: la prevención, y la detección precoz. Es decir, actuar desde los primeros indicios, para ser parte de la solución

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