El maldito bicho se lo ha llevado y, además, en muy poco tiempo. Alberto, uno de los grandes impulsores de la cultura en nuestra ciudad, fundador y presidente de la UFCA (Unión Fotográfica y Cinematográfica Algecireña) con la que ha llevado a cabo importantísimos trabajos fotográficos durante más de cuarenta años, una magnífica galería y la creación de una Escuela de Fotografía.
Proyectos inolvidables como Mira Algeciras, con las primeras figuras de la fotografía española y que ha sido hasta versionado en Sevilla con su Mira Sevilla. Compañero de tertulias radiofónicas, colaborador de nuestra revista Estrechando. Ha sido un trabajador incansable de la cultura.
Alberto, persona muy querida por todos por su forma de ser y por su sonrisa infinita, se ha dejado pendiente, quizás, su proyecto más importante ya totalmente preparado como es el Centro Nacional de Fotografía Contemporánea que terminaría de poner a Algeciras en el mapa de la fotografía a nivel nacional. Estoy seguro de que se llevará a cabo. Pero, sobre todo, se ha ido un amigo, siempre a la disposición de uno cuando se le pedía y querido y amado por todos los que hemos tenido la suerte de compartir tiempos con él.
He tenido un gran honor de ser su amigo, pero, si me lo permitís, voy a usar las palabras que le ha dedicado en las redes sociales otro amigo común como Federico Fuertes.
“Nada de obituarios joder. No para Alberto. Que, si nace tal día, que era del horóscopo cual, vida y milagros, hora exacta de la muerte. Bla bla bla. Qué chorradas son esas. Sobre todo, no voy a desear que descanse ni que lo haga en paz. ¿Alberto descansando? ¿Alberto callado para la eternidad? ¡Y una mierda!
Que sigas haciendo la lluvia, querido. Que caiga la grande”.
Amén.
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