La mejor medida política, que ningún gobierno quiere aplicar, para garantizar niveles de vida dignos al conjunto de la población es la regulación de precios. Palabra maldita en la jerga neoliberal que abandera la “libertad” (para ganar dinero a costa de lo que sea) como enseña que justificaría todos los desmanes. Dicen los que todo lo tienen: – El libre mercado regirá la economía. La libre competencia garantiza la estabilidad del sistema económico. También dicen – Libre iniciativa y menos Estado. Y de hecho, estos grandes capitalistas ganaron la batalla en el tratado de Lisboa. Del que la Unión Europea, la de la libre circulación de mercancías y capitales, está tan orgullosa. Tres grandes victorias para la gestión avariciosa y acaparadora de las plusvalías que generan, no los capitales, sino el trabajo diario las algo más de los 217 millones de personas trabajadoras en la UE. La primera: la moneda única y el Banco Central Europeo. Parecen un logro, pero, a falta de mecanismos reguladores del vicio de robar, consiguen desarmar a los pueblos, ya que los Estados “nacionales” no puedan defenderse, de las depredadoras maniobras de las multinacionales, mediante políticas monetarias nacionales o regulaciones soberanas de precios. La segunda: Los tratados de libre comercio que atan a los Estados de pies y manos, ya que les impiden el establecimiento de tasas a la importación de mercancías, que arruinan los mercados nacionales porque se fabrican en una franca competencia desleal. A todos los productos chinos y de otros terceros países hay que remitirse. La tercera: El tratado de Lisboa y otros de la UE hacen imposible que el estado intervenga en la economía planificando aquellos sectores que tiene todo que ver con la sostenibilidad de la vida, incluida la humana. En este sentido cabe abrir un amplísimo debate sobre la posibilidad de que el Gobierno de España pudiera llegar a aplicar el articulo 128 de la constitución dentro del tratado de la UE. Es muy recomendable que se acceda a la lectura de una muy ilustrativa sinopsis de este artículo https://app.congreso.es/consti/constitucion/indice/sinopsis/sinopsis.jsp?art=128&tipo=2 realizada por Mónica Moreno en Diciembre 2003, Actualizada por Vicente Moret, Junio, en junio de 2011 y por Alejandro Rastrollo en 2016. Todas estas personas letradas de la Cortes, funcionarias, que son las artífices de la redacción de los textos legales y a las cuales el pueblo debe mucho sin tener conocimiento de su imprescindible tarea. Y que llegan a la siguiente conclusión “Como conclusión del comentario al artículo 128 diremos que la aplicación en nuestro ordenamiento del Derecho comunitario y las determinaciones que el mercado interior conlleva – economía de mercado en régimen de libre competencia, garantía de las libertades fundamentales de circulación, moduladas por la noción del interés general- ha llevado, sino a una falta de ejercicio, sí a una cierta autorestricción en el ejercicio de las facultades que el artículo 128 abre, que no impone, a los poderes públicos.” A las tres personas antes citadas habrá que corregirlas en esta conclusión, ya que si ha existido una falta de ejercicio de esta potestad, que se dice soberana y la Constitución debe mandatar algo ya que si no mandata a los gobiernos a actuar ¿para qué tanta redacción? Dos evidencias: a) Hasta ahora nunca se ha aplicado este artículo. b) La Unión Europea no va a permitirlo.
Consecuentemente de qué soberanía española se habla. Ninguna institución política esté dispuesta a parar esta epidemia de avaricia que simplemente es lo que está detrás de las desmedidas y escandalosas subidas de precios, sobre todo de los energéticos y muy especialmente los alimentos básicos. Y si los políticos lo ven así, dígase así de claro y manifiesten quienes tienen el poder político que les da igual que haya gente que muera de hambre. También de que les trae al pairo las angustias de millones de familias que no saben cómo van a llegar a fin de mes, o si habrá un mes siguiente. Pregúntense estos políticos ¿Qué les queda a las gentes? ¿Salir a las calles, manifestarse como ha hecho CGT el día 11 en Barcelona? Y si, como viene siendo costumbre, a esos políticos nada les conmueve ¿Se extrañarán de que las gentes comiencen a asaltar los supermercados? Y cuando eso llegue, que de no poner remedio será inevitable, ¿Dirán que sólo son un puñado de vándalos anti-sistema? Seguro que a estos políticos sus madres y padres les dirían aquello de ¡Ojo que con las cosas de comer no se juega!
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