Bacinete

>
 

Recuerdo una de las primeras veces que visité tan cautivador y fascinante paraje. Y no solo por la impresión que en mi alma y en mi inteligencia de chaval en plena transición hacia la pubertad provocó la experiencia, sino también porque precisamente una de aquellas primeras visitas –estoy casi seguro de que no era la primera, aunque no podría jurarlo– coincidió con el día en que nos llegaba la triste y trágica noticia de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, uno de los héroes de mi ya lejana niñez. El 14 de marzo de 1980.

Para mí era algo más que un juego apasionante, también un ejercicio de creatividad intelectual, ponerme a imaginar quiénes fueron y cómo vivieron los seres humanos que hace miles de años poblaron este hábitat y dejaron sobre las rocas inmortales vestigios de su existencia. De hecho, y aunque hace ya no sé cuántas décadas que no voy por allí, todavía hay ocasiones en que me recreo tratando de figurármelo e incluso trazando las líneas argumentales de algún relato novelesco que contar inspirado en aquellos albores de la Humanidad.

Estoy hablando, todavía no lo he dicho, de la Cueva de Bacinete. Y lo hago aprovechando que fue noticia la pasada semana como consecuencia de la visita realizada por la delegada territorial de Cultura y Patrimonio Histórico de la provincia de Cádiz, Mercedes Colombo, acompañada de responsables del Ayuntamiento de Los Barrios, en el marco de las actuaciones que en los últimos meses se llevan a cabo para sacar adelante –esperemos– un auténtico y eficaz proyecto de protección y puesta en valor de este célebre abrigo de pinturas rupestres localizado –para orgullo de sus habitantes– en el término municipal barreño. Una iniciativa que, como no podía ser de otra manera, aplaudo, por acertada y por necesaria.

También recuerdo que una de aquellas primeras veces que estuve en este lugar –un rincón, situado en pleno corazón del Parque Natural Los Alcornocales, para mí con un no sé qué de mágico– fue junto a un viejo amigo de mis años mozos, compañero de instituto, como guía de una señora arqueóloga, procedente de un país europeo, que había viajado hasta Los Barrios expresamente para conocerlo. Así, tal como lo cuento, para contemplar y estudiar esa muestra de expresión artística de nuestros lejanos ancestros que nosotros deberíamos salvaguardar, y hasta ahora no lo hemos hecho, como una reliquia o un tesoro.

Y es a lo que voy… Ya toca que en lo que a salvaguardar nuestro más valioso patrimonio nos pongamos las pilas. Y no lo digo porque en los últimos años no se haya movido nada al respecto, sino porque resulta obvio que no ha sido suficiente. No hay que olvidar que fue un tal Henry Breuil, de origen francés, quien descubrió este yacimiento, como tantos otros de esta zona, cruce de caminos de diferentes civilizaciones a lo largo de los siglos, y eso lo dice todo.

No es que estemos como en la centuria decimonónica en lo que a esta materia se refiere, pues la verdad es que hemos avanzado, y mucho, especialmente desde que se implantó la descentralización territorial del estado y las administraciones autonómica y local cobraron su protagonismo, pero sí es cierto que aún nos quedan algunas asignaturas pendientes por superar.

La crisis económica que hemos sufrido los últimos dos lustros puede utilizarse como mal pretexto para intentar justificar un olvido y una dejadez en su defensa y conservación que son a todas luces injustificables. No permitamos que la sombra de una nueva posible recesión en el horizonte a corto o medio plazo contribuya a la pérdida de las huellas de nuestro pasado, al menoscabo de nuestra memoria colectiva y, como consecuencia de todo ello, a un nuevo daño irreparable en nuestra identidad como especie.

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
23 marzo 2024 | Rafael Fenoy Rico
NO a las Guerras 1 de abril 1939
 
20 marzo 2024 | Patricio González García
Por si acaso