Creando a tu propio enemigo: La ansiedad

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Todos nos preocupamos en algún momento de nuestras vidas por el trabajo, la salud o la familia. Esta preocupación está dentro de lo que se considera normal en el ser humano, pero cuando se prolonga en el tiempo, o incluso se debe a temas que no tienen importancia, podemos estar ante un Trastorno de Ansiedad Generalizada o TAG.

Los síntomas de este trastorno son:

  • Nerviosismo continuo, dificultad para concentrarse, palpitaciones
  • Insomnio de conciliación
  • Aprensión, es decir, temores y preocupaciones venideros
  • Somatizaciones, que es la transformación de problemas psíquicos en síntomas físicos de manera involuntaria

Es esencial saber que el estrés y las preocupaciones tienen efectos físicos y mentales, por ello, para reducir el nivel de ansiedad que provoca este trastorno, el psicólogo llevará a cabo un tipo de terapia, denominada Terapia Cognitivo Conductual (TCC), cuyo objetivo es la flexibilización y modificación de los pensamientos disfuncionales.

Además de la TCC, se debe entrenar en ejercicios de relajación, como la técnica de relajación progresiva de Jacobson, y en ejercicios de respiración, que cuando llegan a dominarse, aumentan nuestra capacidad pulmonar, evitando así la hiperventilación.

Como complemento, y para conseguir una mejora progresiva es importante:

  1. Practicar ejercicio físico de forma moderada, ya que, entre otros beneficios, disminuye la tensión arterial, libera endorfinas, favorece la autoestima y aumenta la resistencia al estrés.
  2. Fomentar las relaciones sociales, lo que va a aliviar la sensación de aislamiento y soledad, aumentando el nivel de expresividad.
  3. Pensar en positivo. Esta es una tarea que podemos trabajar haciendo una lista con dos columnas, en la primera pondremos nuestros pensamientos negativos y en la segunda, su traducción a lo positivo. Por ejemplo “estoy nerviosa/estoy tranquila”. Una vez que tengamos la lista hecha, leeremos con frecuencia las frases positivas, de esta forma “engañaremos” a nuestro cerebro.
  4. No estrés “del malo”. Vamos a establecer prioridades que irán desde las actividades urgentes e importantes, a las actividades de menos consideración. En este punto debemos asumir que no llegamos a todo.

“La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”

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