Asociaciones, ONG y particulares están desbordados. La guerra y sus devastadoras consecuencias han llamado de nuevo a nuestras puertas cuando ya creíamos superadas estas aberrantes desgracias pero, ya veo que no hemos aprendido nada de tiempos pasados.
El corazón del ser humano, que sigue siendo solidario (por ahora), casi sin pensarlo, se ha embarcado en ayudar a un pueblo que está sufriendo y que se ha quedado sin nada. Le han arrebatado todo. Muchos de ellos sólo tienen para beber el agua derretida de la nieve. Le han querido arrancar también su dignidad y su identidad de pueblo pero eso no lo han conseguido ni lo conseguirán. Realmente loable el testimonio moral del pueblo ucraniano.
Pero lo que me trae a estas líneas es otra cuestión; una mezcla de rabia y de impotencia ante el descaro, la mediocridad y la desfachatez de quienes, en teoría, están encargados de gestionar y buscar el bien para mejorar la vida de las personas. La evidencia demuestra que no está siendo así.
¿Quiénes son los que están arrimando el hombro para ayudar a paliar el sufrimiento de los ucranianos?, ¿quiénes son los que están acudiendo a la frontera de Ucrania para sacar de aquella barbarie a ese pueblo?, ¿quiénes son los que se están montando en un autobús trayéndose a las madres y a sus hijos?, ¿quiénes son los que están prestando sus casas y edificios particulares?, ¿quiénes son los que están aflojándose el bolsillo para comprar ropas y alimentos? Los de siempre, los ciudadanos de a pie, las ONG, algunas, porque otras, sólo aparecen para la foto de turno y para beneficiarse de ello, como alguna muy conocida y reconocida por todos que han dejado a algunas familias, en plena lluvia, a las puertas de su centro al amparo del auxilio de otros. Y, sobre todo, más que le pese a muchos, la Iglesia. Cáritas, parroquias, sacerdotes y religiosos, son los que están dando el “do de pecho” paliando las necesidades de estas personas. A otros, ni se les ve ni se les espera. No lo digo yo. Lo ven en las fronteras de Ucrania quienes están viajando hasta allá en busca de refugiados.
Desde el escenario mundial que tenemos delante y todas sus consecuencias, hasta el caos que estamos viviendo en nuestro país, pasando por el desconcierto, la incompetencia, la soberbia y la mala gestión política de nuestros gobernantes, creo que tenemos el deber y la obligación de hacernos una profunda reflexión e ir a la raíz de los problemas, sin quedarnos en argumentos simples, muy propio de esta colección de individuos.
¿No pensáis que la raíz de tantos problemas puede estar en una equivocada concepción del ser humano, esto es, en una errónea antropología?, ¿no vivimos en una sociedad débil, sin valores ni referentes?, ¿no necesitamos una regeneración humanista y una alternativa cultural que promuevan un rearme moral en nuestras sociedades?
Quizás, en la respuesta sincera a estas preguntas, encontremos la solución a tantas barbaries humanas. ¿Nos atreveremos a responderlas? Un abrazo a todos. Ánimo y adelante.
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