Los habitantes de la aldea marinera aseguran que desde las instalaciones de la acería llega hasta sus casas un polvo blanquecino arrastrado por el viento que impregna todo lo que pilla a su paso. Los afectados creen que la sustancia contaminante procede de una dependencia de la factoría siderometalúrgica en la que se muelen residuos y que no está cubierta como debiera para el escape de partículas que quedan suspendidas en el aire.
El último de estos vertidos se produjo el pasado jueves, aunque se han detectado otros en ocasiones anteriores, según los vecinos, que demandan se cubra el lugar en el que se registra la fuga.