NOVENA PROVINCIA

Doloroso y denigrante

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Hoy es 5 de junio de 2021. Estamos conmemorando el 136 aniversario del nacimiento del Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, en un acto “cuasi” interno como si les diese vergüenza hacerlo, pero también es un día triste porque ya estamos en pleno siglo XXI y hemos dejado atrás una historia terrible de guerras, de injusticias, de muertes, de miseria…pero también de progreso, de amor, de fraternidad… Y la mezcla de todo ello es lo que nos convierte en seres humanos tal y como lo entendemos hoy.

Sin embargo, esas cosas terribles y maravillosas están sirviendo de poco porque no somos capaces de aprender. Matamos, sabemos que no debemos hacerlo, pero lo seguimos haciendo. Generamos sufrimiento y seguimos haciéndolo. Seguimos empeñados en dejar el mundo hecho unos zorros.

Ha muerto un joven asesinado. Se llamaba Samuel. Unos sujetos le han golpeado hasta arrancarle la vida. Y parece que existen indicios para poder considerar que este asesinato tiene que ver con la homofobia. Si alguien en España puede justificar algo así es que tenemos un enorme problema social de gran magnitud. Si alguien quiere conseguir un solo voto justificando esto es que es un enfermo. Si alguien quiere politizar un crimen de estas características debería acudir a un sicólogo. De un lado y de otro se lanzan a señalar.

El caso es que Samuel ha sido asesinado. Eso es lo que cuenta. Y los asesinos deben ser juzgados de inmediato. Eso es lo que cuenta. Si Samuel ha sido golpeado hasta morir por ser gay lo que hay que hacer es trabajar para acabar con esta lacra que supone la persecución de miles de personas que no pueden disfrutar de su orientación sexual con libertad y tranquilidad. Eso es todo.

Recuerden que en uno de cada tres países las relaciones homosexuales son ilegales y que en once países de mundo llaman maricas o bolleras (con tono despectivo e insultante) a personas normales y corrientes. No me gustan los chistes que ridiculizan a un hombre o una mujer por su condición sexual. No entiendo cómo es posible que se discrimine a un gay o a una lesbiana. Y no suelo permitir que eso ocurra a mi alrededor. Me he prometido que seré tan inflexible como sea posible con este asunto. Me lo debo y se lo debo.

Me hace sentir enorme tristeza saber que la sociedad a la que pertenezco se construye sobre pilares que llaman a la violencia, la discriminación y la injusticia. Y lo que más me aterra es pensar que tenemos normalizado que un tipo sea un borracho o que seamos incultos hasta el dolor y presumamos de ellos, pero que, al mismo tiempo, sigamos empeñados en perseguir gente buena, en hacer la vida imposible a hombres y mujeres que pueden aportar grandes cosas. Una pena.

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