Doce meses de muerte, de drama, de ruina total y de grandes errores. Este sábado 13 de febrero se ha cumplido un año desde que España registrara el primer fallecido por coronavirus, aunque no fue hasta dos semanas después (3 de marzo) cuando conocimos la noticia. Y nos enteramos cuando el Ministerio cambió el criterio de definición de casos y se realizó un segundo análisis a fallecidos por neumonía de origen desconocido.
Desde entonces y hasta hoy, Sanidad ha notificado más de 64.000 muertos, dato que no es real porque los estudios de mortalidad realizados por el I.N.E. y el Instituto de Salud Carlos III nos ofrecen cifras mucho mayores que las oficiales, sobre todo por la cantidad de muertes de principios de pandemia que se quedaron sin diagnosticar y que el Gobierno se negó a confirmar.
Esta diferencia es una de las sombras que planea sobre la gestión de un Gobierno que ha sido incapaz de elaborar una estadística real de fallecidos, intentando minimizar el número de casos para ocultar sus negligencias.
Así tanto el I.N.E, el Instituto de Salud Carlos III y el Informe Momo (Mortalidad en todos los registros Civiles), llegan los tres a más de 80.000 muertos lo que da idea de la letalidad de este virus que sigue instalado entre nosotros y cuyo único remedio es la vacuna.
La peor parte se la han llevado los mayores que vivían en residencias, donde el virus entró como un huracán, llevándose la vida de 30.000 ancianos, según los datos facilitados por las comunidades autónomas. Exactamente serían 29.562 personas las fallecidas en residencias desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020.
Pero de estas tres oleadas de pandemia, la peor, sin duda, es la que estamos atravesando y que comenzó después de la Navidad. Hoy se ha vuelto a comenzar otra desescalada. Y se equivocan de lleno, al menos en nuestro territorio. La cepa inglesa va a seguir haciendo estragos y superaremos con creces los 100.000. Suerte a todos y cuidaros.
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