MONTE DE LA TORRE

El máximo honor, ser tarifeño

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Tarifeño desearía este humilde y modesto rapsoda ser
pero, amigos, ese privilegio y distinción exclusivo es
de quienes en ese paradisíaco edén vieron por primera vez amanecer
y, orgullosos están de contemplar el sol cada día nacer
y en la inmensidad del océano desaparecer para, al otro día, resucitar otra vez;
no llora en su ocaso, luminosos besos regalan a Tarifa, redrojos de bien.
Como andaluz y jándalo siento orgullo de que nuestro mundo
posea en este extremo de España una tierra de lujo
y, por qué no, de gran duende, tronío y arte como ninguno
el que goza este rincón gaditano y campogibraltareño de grandioso embrujo.

Desearía, Tarifa querida, ser uno de tus grandes cantores,
pero a ti, villa tan hermosa, te sobran cantaores, juglares y líricas voces a montones;
porque como les pasa a las flores, siempre habrá jardineros que te loen.
Eres faro intercontinental que irradia la luz más universal
para que los nautas sepan dónde está el puerto que nunca podrán olvidar,
el de Tarifa, isla legendaria y real, punto de encuentro de continentes, mares,
y de todo lo que a sabor extraordinario sabe.
Remanso de sosiego, tranquilidad, velas al viento
y corazones llenos de emoción latiendo por estar en paraje de ensueño.
Desearía dominar alguno de los palos flamencos
para cantarte sentado en una silla de eneas mirando como el mar, bravo o lento,
según lo peinan los vientos, te entrega ramitos de flores de sal
pero, para ti, Tarifa, ahí van al aire estos versos que te ofrezco, Reina del Estrecho.
Cuánta historia, cuántas culturas se encuentran en esa tu grandiosa cuna.
Murió el hijo de Guzmán por culpa del pérfido y ambicioso D. Juan
pero, este castillo siempre cuenta con los herederos de tan heroica gesta,
todos los tarifeños; por sus venas discurre la valentía propia de gentes
que nunca defrauda y son cerca de valores para vos, Tarifa,
la de murallas de justicia y verdad.
No hay gabacho que tus muros pueda derribar pues, hasta el clima lo impedirá;
cincelado con entrega y amor está en cada piedra y sillar,
la abnegación de un pueblo sin igual.
Los vientos son tus centinelas, recorren el adarve más alto,
el de almenas de cirros, asegurando prosperidad, haciendo que todo el año
la polícroma vela del turismo esté izada sobre el mástil de tu torre de arena y sal,
donde se mezcla el olor a piélago con el del lentisco y la retama.
También Eolo baila con los molinos, un especial Chacarrá,
¡Qué salero, Qué ritmo en esas aspas!
y, de tan singular pareja, sin esperar nueve meses, al momento nace energía renovable.
Puerta de Europa, puente de continentes, llave de las llaves
tú también lloras cuando ves que tus playas quedan manchadas con la sangre
que no hay mar que la limpie, la del inocente emigrante.

Facinas y Tahivilla, dos hermanas, una de vestigios paleolíticos,
la otra más moderna, hasta un Apolo XI tiene, ambos centinelas vivos
de la inolvidable desaparecida Laguna Janda,
lacustres aguas, cementerio de recuerdos de aquellas muchas medievales batallas
y hoy, entre los cultivos, se oye el lamento de palmípedas que esperan lago sea.
Almarchar y La Zarzuela, dos dulces guindas de la tarta tarifeña
¿y Bolonia? Allí no hay ruinas y si el legado romano visto a la plena luz del día,
lugar en los que además de baños de agua y sol se toman los de lecciones de historia.
Tarifa, bella almadraba, Diego Piñero Moreno con su flota pesquera fama te dieron
y muchos fandangos y coplas, a este amigo del flamenco y novio de la mar,
artistas de aquel tiempo le dedicaron a hombre respetado y admirado a la par

Alumbrando el faenar diario o las fiestas en su santuario está
Nuestra Señora de La Luz que, en romería, cuando septiembre llega,
a pasar unos días, escoltada por caballistas y romeros, hasta Tarifa se viene.
Viva la Feria de Tarifa, es fiesta y alegría por nuestra Señora de la Luz presidida
y hay que noche y día vivirla porque es la misma gloria bendita.

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Opinión Pepe Pol

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