Me supongo que en el próximo pleno, en el que, a buen seguro, se discutirán las alegaciones contra el proyecto de presupuestos para 2009, el Partido Andalucista ya no volverá a sorprendernos ?lo de sorprendernos es un decir? con el pintoresco empeño de llevar a cabo una exposición gráfica de su particular y autorizado análisis y su muy legítima opinión sobre las cuentas propuestas para este año en el que estamos por el equipo de gobierno. La formación política que lidera Jorge Romero le ha cogido el gusto a eso de recurrir a teatrales golpes de efecto y ejerce la oposición en las sesiones de la asamblea que constituye el Ayuntamiento propiamente dicho como si estuviéramos inmersos en una campaña electoral permanente. No es la primera vez que en un debate presupuestario el grupo del PA trata de complementar su intervención de turno recurriendo a la exhibición de unos rótulos y unos paneles explicativos, ni probablemente sea la última, actuando como si en lugar de encontrarse en la sala de plenos del Consistorio, para efectuar una valoración política de los planes económicos de los responsables de la institución, estuviera en el aula magna de una facultad de económicas, y para impartir una lección magistral sobre contabilidad presupuestaria y gestión de la hacienda local. Pero no es ése el objetivo de una sesión de este tipo ni es el plenario municipal el sitio apropiado. ¿Se imaginan ustedes a don Mariano Rajoy valiéndose de una pizarra, que no del Pizarro, en el Congreso de los Diputados, para discutir con Zapatero o con Solbes sobre los presupuestos generales del Estado? Para explicar a los ciudadanos su parecer respecto a las previsiones de ingresos y gastos planteadas por el equipo de gobierno del Ayuntamiento respecto a 2009, ya que tanto interés tiene en ello, podría el PA coger sus pancartas informativas e irse, por ejemplo, al Paseo de la Constitución o solicitar el uso del cine, la plaza de toros o el pabellón cubierto Soldado Samuel Aguilar, si con la sede no les basta y con su boletín tampoco, y, de paso, dar satisfacción y rienda suelta a esa inclinación suya por la docencia y por facilitar el conocimiento de asuntos públicos tan intrincados a la ciudadanía, como si ésta no tuviera capacidad de entendimiento casi ninguna en la materia. Si así lo hiciera, les aseguro que un servidor procuraría no perderse el espectáculo.
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