PLAZA DE LA IGLESIA

El Papa ha muerto y vive para siempre


 

Estarán de acuerdo conmigo en que la figura del Romano Pontífice, obispo de Roma y Sucesor de Pedro, no deja indiferente a nadie y, menos aún, la persona de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, “venido del fin del mundo”, como él mismo dijera en aquellas primeras palabras cuando saludó a los fieles el día de su elección. Todos los medios de comunicación, desde la prensa escrita hasta las diferentes cadenas televisivas de todos los símbolos, pasando por todas las redes sociales, se han hecho eco de mil maneras de la muerte del Papa número 266.

Miles de peregrinos se están dando cita en la capital de la cristiandad, Roma. Cientos de periodistas se encuentran en la plaza de San Pedro desde donde están retransmitiendo con detalle todo lo que está sucediendo a cada minuto. La mayoría de los Jefes de Estado han hecho algún tipo de comunicado al respecto. A diario, todas las cadenas televisivas dedican unos minutos a dar la última hora de lo que acontece en Roma. Millones de Católicos, también los que no lo son, hablan y rumorean sobre quién podría ser el próximo sucesor de Pedro. Abres Facebook o Instagram y, siete de cada diez publicaciones, son sobre el papa Francisco (fotografías, videos, mensajes, pinturas, comics, etc.)

No hace falta ser un experto en medios de comunicación ni un erudito vaticanista para darse cuenta de la magnitud del tema y de la magnitud del personaje. Sin duda, el acontecimiento adquiere una dimensión planetaria. Primero, porque no deja de ser un acontecimiento histórico, segundo, porque la figura del papa Francisco no ha dejado indiferente a nadie: políticos, católicos, cristianos de otras iglesias, ateos, agnósticos, jóvenes, ancianos, conservadores, progresistas, etc. La figura del Papa, nos guste o no, interpela y tiene mucho que decir (y seguir diciendo) al mundo de hoy. Por último, porque la Iglesia es católica, es decir, universal, y tanto su mensaje como su opinión, interesan e influyen en la sociedad. ¿Quién no se ha hecho eco de las declaraciones contenidas en las diferentes entrevistas que el papa ha concedido a lo largo de su pontificado? o ¿quién no ha guardado en su retina sus gestos y guardado en su memoria sus expresiones elocuentes y sus mensajes claros, directos y provocadores?

El papa Francisco ha buscado la proximidad y la cercanía con todos (jóvenes, niños, ancianos, pobres, homosexuales, hombres y mujeres, etc.) Ha buscado la fraternidad, nos ha hablado con el lenguaje del pueblo, nos ha transmitido la simplicidad y, a la vez, lo profundo del Evangelio. Nos ha dejado homilías y catequesis de una profunda espiritualidad evangélica. Ha dejado entrar el aire fresco por las ventanas de una Iglesia, a veces, encerrada en sí misma. Nos ha dicho alto y claro que quiénes somos nosotros para juzgar a los demás por su condición sexual y que la Iglesia tiene que ser “una casa de puertas abiertas donde quepamos todos, todos, todos”. Ha denunciado, fuerte y con una claridad sobrecogedora, las injusticias de este mundo: la pobreza, el hambre, la soledad de los ancianos, la eutanasia, el aborto, el poder corrupto, la migración, las guerras, etc. Nos ha dicho que “los pastores tienen que oler a oveja” y que la Iglesia tiene que estar encarnada en el mundo. Nos ha embelesado su sonrisa permanente, su estilo sencillo, su espontaneidad, su carácter amable, su humildad. Nos ha dejado tres documentos, a mi parecer, proféticos y que encierran el camino por donde hemos de ir (Evangelii Gaudium, Laudato Si y Fratelli Tutti). También se ha equivocado y ha sabido pedir perdón.

Su Magisterio y sus escritos no han sido, es verdad, de una profundidad teológica y de una belleza literaria encomiable, pero sí de una radicalidad evangélica necesaria y de una sencillez que hasta el abuelo sin estudios puede entender. Un Papa atípico para una sociedad enrarecida, alejada de Dios y antieclesial que ha encontrado en Francisco un referente al que mirar, seguir y admirar. Un referente para una sociedad que no tiene en quien mirarse.

¿Quién será el nuevo Papa? No lo sé. Tarea del colegio cardenalicio y del Espíritu Santo. Lo que sí sé con certeza es que tendremos el Papa que el mundo y la Iglesia necesiten en este momento concreto de la historia. Lo demás, lo dejamos para los cotilleos y habladurías de los ratones de sacristía (como diría un admirado amigo mío).

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