En ocasiones la vida…

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Se encontraron así, de golpe, sin esperarlo, en una calle de esas andaluzas en las que es imposible no verse. Habían pasado cinco años.

Él la había abandonado sin explicaciones previas, tres días antes de la boda. Ella hubo de afrontar el dolor del abandono y la mofa de algunos y algunas que se alegraron. Además, tuvo que pedir un préstamo para pagar el convite no celebrado. Es cierto que le hicieron un descuento, pero tuvo que pagar algo que correspondía a la familia de él y se desentendió.

Cinco años, de no saber nada de nada, se presentaron en forma de rostro arte sus ojos. ¿Por qué me dejaste? ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Tenías a alguien y no quisiste decírmelo? ¿Qué fue del amor que sentías por mí? Estos interrogantes se agolparon en su ser uno detrás de otro.

Lo miró con odio, él mantuvo la cabeza erguida, como un triunfador. Ella, estaba a punto de venirse abajo, cuando por fortuna apareció una amiga que captó la situación, sus palabras fueron: Venga, reina, vamos, deja que los muertos descansen en los cementerios.

En ocasiones la vida, muestra su crueldad, y es tan intensa, que nos paraliza.

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