Es difícil que sea fácil

SOBRE NUESTRA VIDA

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“Si fuera tan fácil”, así una reacción a mi artículo anterior, en el que os invito a no tomarse las cosas tan a la tremenda, a dejarse un poco en paz de vez en cuando. En el artículo me atrevo a decir que, en ocasiones, de esta manera las cosas se vuelven más fáciles, más fluidas o incluso se resuelven solas.

¡Si realmente fuera a sí de fácil! ¡Si fuera de verdad posible que “los problemas” se resolvieran solos!

No obstante, el deseo de que las cosas sean fáciles esconde una trampa. O digamos, una idea equivocada. Que la vida tenga que ser hermosa, fácil y feliz. Que debemos estar bien, que nos debe hacer bien lo que pasa en la vida. El otro – sea una relación amistosa, laboral o amorosa – debe hacerme bien, hacerme feliz.

Exacto, y si no ocurre lo que esperamos, entonces …

¿Entonces qué?

El uno se retira, o amenaza con irse corriendo. Con ello, la otra persona se siente presionada y experimenta miedo al abandono.

Así ocurre que nos vamos manipulando, atándonos el uno al otro, aplastándonos mutuamente, alejándonos, y con ello poco a poco succionamos la energía vital a la esencia del amor.

Totalmente cierto, me dirás si te suena una de estas estrategias manipulativas – tal vez incluso te reconoces a ti mismo, si eres capaz de mirar tu interior, y con ello también las sombras de tu maravilloso ser que todo somos. Tal vez reconoces esta dinámica en otras personas de las que te has alejado.

Independientemente del hecho de que debamos alejarnos de personas que nos chupan la energía, la cuestión sobre nuestra propia tendencia (mayormente inconsciente) de manipular queda sin respuesta.

Para reconocer el juego que jugamos todos de diferentes maneras, es necesario mirar hacia dentro. Jucios no sirven, ni para nuestro propio bienestar, ni para el de la otra persona. Para reconocerse en su propio juego manipulativo, la mirada debe ser dirigida desde el vientre hacia el corazón y de ahí hacia la cabeza, y no al revés.

La mirada desde el vientre-corazón es difícil, incluso imposible a veces. No es una cuestión de voluntad, sino de ser capaz. A veces simplemente no se puede. Demasiado grande es el dolor que uno experimenta cuando una situación no se corresponde con las expectativas, ideas o creencias.

Demasiado grande la rabia, demasiado fuerte la ceguera del corazón que no ve al otro, no se da cuenta de que que no siempre se trata del bienestar y los asuntos de uno mismo. Incapacidad de ver que simplemente, a veces las situaciones no son agradables.

Los contratiempos, las meteduras de pata, los malentendidos, la enfermedad, las pérdidas, la muerte – todo ello forma parte de la vida que, en realidad, es sencilla y fácil. Pero no será así hasta que reconozcamos y aceptemos que la facilidad sólo llega cuando dejemos de declararle la guerra a la dificultad.

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