No todo va a ser malo con la pandemia. Por segundo año consecutivo los cuñados quedarán en un segundo plano porque la variante Ómicron nos la está liando parda. Desde el Gobierno de España y desde los gobiernos de las otras diecisiete autonomías no están recomendando que tengamos menos reuniones y que el número de personas sentadas a la mesa sea lo más reducido posible.
Los cuñados no van a tener oportunidad de decir idioteces, de beber vino del caro sin poner un solo euro o de criticar un marisco que no habían visto ni en un catálogo. Tendrán que esperar otro año más.
Y ya puestos, del mismo modo que el Gobierno va a imponer el uso de las mascarillas en exteriores también debería exigir que los cuñados se quedasen en sus respectivas casas.
Ahora que tanto se habla de salud mental, el cuñadismo debería ser tenido en cuenta en estas fechas. Como todo el mundo sabe, un cuñado coñazo es una de las peores cosas que te puede pasar en la vida y puede causar muchos desequilibrios familiares.
El tema es que, con cuñados o sin ellos, debemos pensar un poquito con la cabeza. No es esencial cenar con toda la familia. Se pueden hacer grupos para las distintas fechas de Navidad y así se puede cenar con todos, aunque en diferentes días porque no es normal lo que nos está pasando …otra vez. Nos da lo mismo ocho que ochenta, aunque la gente se sigue muriendo en los hospitales y las Ucis se vuelven a llenar.
Así que, por favor, no escuchen a lo cuñados porque lo quieren es gorronear a toda costa. Envíenle un vídeo gracioso al móvil, pero eviten que la familia entera se contagie de Coronavirus. Sean sensatos y sientan el enorme placer de librarse de ellos, de esos cuñados que lo critican todo durante el resto del año.
Tengan todos ustedes unas fiestas tranquilas y entrañables. Sean razonablemente felices hasta que se pueda ser de forma plena. Y, sobre todo, quieran mucho a sus mayores cuidando de ellos para que no se contagien del virus. Escuchen buena música y no vean tanta televisión basura.
Feliz Navidad y cuídense mucho.
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