Hablemos de Gaza, de Israel, de Genocidio, de Terrorismo, de Rehenes, de muertos a miles, de venganzas militares… del sufrimiento de millones de personas durante décadas. Palestinas, israelíes, libanesas, jordanas, sirias… seres humanos que inocentes han estado durante décadas condenados al matadero. ¿Por qué? Naciones Unidas, a tres años del final de la II Guerra Mundial (1948), reconoció la existencia de dos estados -Palestina e Israel- en el territorio limitado por Líbano, Egipto y Jordania. Un pueblo, el israelí, que se asentaba en el que otra hora ocuparon procedentes del desierto, 40 años después de que finalizara su cautiverio en Egipto. Una tierra que dicen suya, aunque antaño era de otros. Y ahora, como siempre, la fuerza es la legitimadora de la propiedad de la Tierra. Durante miles de años sólo el poder militar permitía apoderarse de la tierra. Adueñarse, hacerse dueño, de lo que nunca puede serlo, es la gran paradoja que ha fundamentado los miles de guerras y los millones de muertos. Unas pocas personas quieren poseer en exclusiva lo que es de todas. Mediante el fomento de los sentimientos de pertenencia, primero a clanes, tribus, gens, patrias, naciones… se utiliza la voluntad colectiva para conseguir apoderarse de lo ajeno. Para a partir de ese momento defenderlo de otros que pretenden hacer lo mismo. Ese es el resumen del origen de toda guerra. Y si ese es el origen de las guerras ¿Por qué no declara la humanidad que toda la tierra pertenece a la vida en todas sus formas y que se extinguen las naciones? Utópica pregunta. En el conflicto de Gaza, que hay que denominar genocidio, el fuerte pretende negar la existencia al débil. Que entre la población palestinas hay terroristas, como las hay en casi todos los países del mundo, es una evidencia. Que la masacre perpetrada por Hámas es intolerable y debe castigarse, es otra evidencia. Lo que escandaliza e indigna es que este terrible acto de barbarie terrorista haya y sigue siendo, utilizado por las autoridades y poderes israelíes para masacrar al pueblo palestino. Comprender no es justificar. Comprender el origen del Terrorismo, tanto palestino como israelí, es necesario ya que quienes han estado sometidos a innumerables sufrimientos pierden la empatía. La empatía permite a las personas sentir a las otras como así misma, desearle lo que para sí mismas desean y consecuentemente no desearle ningún daño, ningún mal. Pero si esa empatía se pierde porque, tanto el pueblo israelí, durante siglos de pogromos, de holocaustos, como el pueblo palestino, aplastado por Israel durante décadas, acaban asumiendo con normalidad que los otros son el enemigo y ¡al enemigo la muerte! ¿Dónde se instalará el monumento conmemorativo del holocausto del pueblo palestino? ¿En qué ciudad se repetirán los Juicios de Nuremberg contra los genocidas esta vez judíos? No se percata el pueblo judío de que al inmolar al pueblo palestino lo está convirtiendo en mártir. La eliminación física del enemigo es el objetivo de toda aquella persona que ha perdido la empatía. Porque sin ella todo es legítimo. Los otros ya no pertenecen a la categoría de seres humanos y se convierten en cosas, objetos, por supuesto prescindibles si estorban. Mientras son útiles que vivan y cuando dejan de serlo que mueran. Menos gasto. La Alemania Nazi eso hizo, no sólo con los judíos. Curiosamente ninguno de ellos tenía nacionalidad israelí, ya que el estado israelí no existía. Los judíos eran polacos, rumanos, alemanes, holandeses, franceses… El pueblo judío no precisó de un estado durante milenios. También fueron exterminados gitanos, polacos, rusos, españoles (razas inferiores como las llamaban los nazis). En estos momentos Pedro Sanchez pretende liderar una vieja campaña a favor de la creación del estado Palestino. Curiosamente nadie se pregunta si el pueblo israelí se merece tener un Estado. Porque, sin Estado de Israel, ese pueblo vivió más de 1900 años, desde el año 80 después de cristo, diseminado por todo el mundo. Después de la conquista del emperador romano Tito, se produjo la Diáspora y sin embargo todos ellos, se quedarán o no en Judea o Galilea, o vivieran en Corinto, Tesalónica incluso Roma, eran ciudadanos romanos. San Pablo lo era y por ello su muerte no fue en la Cruz. Y, como el resto del mundo romano, durante miles de años todas las personas estuvieron sujetas a las potencias invasoras, siendo en cada generación ciudadanos de tal o cual reino o imperio. Los nacionalismos no resuelven, producen, la división de la humanidad y en la franja de Gaza o en Ucrania la lección siempre es la misma. Muerte y desolación.
Sólo quien puede parar el genocidio palestino tiene la enorme responsabilidad de hacerlo. ¿Quién tiene la capacidad? Todas las personas sabemos que Estados Unidos la tiene. Basta que inste al gobierno de Israel para que cese la violencia y promueva la creación del Estado Palestino, en el que mucho deben aportar la comunidad internacional, en general, y los países árabes e Israel, en particular. El pueblo Palestino debe reconocer mediante referéndum la necesidad de un periodo de “tutela” internacional, del nuevo Estado, que le permita constituirse como tal y establecer un tratado con Israel que resuelva las distintas y graves disputas que sobre el territorio y el agua, se encuentran debajo de tanta violencia.
Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.
Etiquetas: