Horrach


 

J. A. Ortega | Periodista y Escritor

El juicio del caso Nóos ha quedado esta semana visto para sentencia. Y, a la par, también ha quedado no visto para sentencia pero sí en evidencia, una vez más, el papelón que ha desempeñado la acusación pública en todo este proceso de la mano del fiscal anticorrupción de Palma de Mallorca, Pedro Horrach. Ha quedado en evidencia como consecuencia de su sospechoso empeño por salvar a la infanta de la quema. Independientemente de que dicho empeño obedezca a una extraña convicción moral, una dudosa razón de estado o –no lo creo– al sueño no confesado de obtener para sus herederos, en un futuro no muy lejano, un ducado o un marquesado, si la monarquía sobrevive después de que la tormenta amaine.

El señor Pedro Horrach se ha cubierto  de gloria y, al hacerlo, ha conseguido mancillar un expediente profesional el suyo que hasta no hace mucho se calificaba como brillante e inmaculado. Tiene un pase que no impute a doña Cristina de Borbón y Grecia delito alguno, ni intención de delinquir, por considerar que no existen motivos fundados. Pero eso es una cosa y defenderla a capa y espada, como la ha defendido a lo largo de toda la instrucción e incluso durante la vista oral de la causa, es cosa bien distinta. Horrach se ha extralimitado en sus funciones. O, mejor dicho, más que extralimitarse lo que ha hecho es confundirse. Las afirmaciones que efectuó exculpando a la hermana del rey durante su alegato final provocan cierta perplejidad a cualquiera que mire y analice este asunto, sin ningún tipo de apasionamientos, con rigor, objetividad e imparcialidad. El ministerio fiscal, que se sepa, no tiene por cometido librar de culpas a quienes se sientan en el banquillo ante los jueces, sino, todo lo contrario, culparlos, si dispone de pruebas fehacientes para ello. Para acusar al resto de implicados en el caso Nóos, Horrach no tenía necesidad alguna de soltar el encendido discurso que soltó para proteger a doña Cristina, por muy convencido que esté de su inocencia, como si formara parte del bufete Roca Junyent Abogados Asociados. En mi opinión, el cantazo que días atrás volvió a dar el representante de la fiscalía anticorrupción con su insistencia en amparar a Su Alteza flaco favor hace a la credibilidad de nuestro sistema judicial, a la propia infanta y a la institución monárquica.

Como ya señalé en alguna otra ocasión, al escribir sobre este mismo tema, Doña Cristina de Borbón se ve donde se ve no porque el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma de Mallorca sea un malvado republicano que se emperró en saltarse la legalidad y hacerle la puñeta a la Corona. Se ve donde se ve porque se presume que, bien por acción, bien por omisión, pudo delinquir contra la Hacienda Pública y hay indicios que así lo apuntan. Esto es, por engañar presuntamente al fisco. O, para ser más exactos, por cooperar para que lo pudiera hacer su marido. Y con esto no quiero decir que yo crea en su culpabilidad y que deba ser condenada, ni muchísimo menos.

 

 

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