José Tomás, realmente asombroso; El Cid, profundo y trascendental

José Tomás, El Cid y Emilio Silvera han salido a hombros en La Merced tras cortar nueve orejas a una interesante corrida de Núñez del Cuvillo, con la que se ponía punto y final a una buena Feria de Colombinas. José Tomás, realmente asombroso, ha dado una excelente tarde de toros con la réplica de un Cid profundo y trascendental. El torero local Emilio Silvera ha mostrado un toreo a buen nivel aunque acusó en algunos momentos su falta de actuaciones.

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HUELVA (Lunes, 3 de agosto)

TOROS: Se han lidiado toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presencia e interesante juego. Destacó el segundo por nobleza. Bravo fue el tercero, al que se le dio la vuelta al ruedo. Complicados por encastados cuarto, quinto y sexto, este último el más serio de la corrida.

REJONEADORES: -Emilio Silvera, de verde y oro, oreja y oreja.

-José Tomás, de berenjena y oro, dos orejas y dos orejas.

-Manuel Jesús ‘El Cid’, de blanco y oro, dos orejas y oreja.

CUADRILLAS: Se demonteró tras banderillear al cuarto Jesús Carvajal.

INCIDENCIAS: Plaza llena.

MANUEL VIERA.-

Resulta innegable el poder de conmoción del toreo de José Tomás. Uno de los objetivos del mito de Galapagar es provocar en la gente emociones incontenibles. Unas veces lo hace no más coger el capote, parar el tiempo, y ajustarse la embestida a su anatomía. Y otras lo consigue por acumulación. Por el impacto que produce su toreo, bien sea a derecha o a izquierda, por la pureza desesperante e inacabable despaciosidad del pase, o por la trascendencia y espiritualidad que representan sus formas, además de por la aparente sencillez y pasmosa quietud que afloran en cada una de sus faenas, realizando una tauromaquia en la que siempre incluye el monumental natural y la magnífica trinchera.

Tomás ha hecho, otra vez, pasional y poderoso un toreo de otra dimensión, quizás el toreo de ayer, de hoy y de siempre. Al segundo, noble, flojo y de pastueña embestida, lo toreó a placer. La lentísima verónica se hizo infinita en el tiempo. Los estatuarios auténticas esculturas al toreo. Y la izquierda se hizo eterna por despaciosidad, eterna largura y verdad en el trazo. Lastima que tan estético y hermoso toreo le fue hecho a un bonito y bondadoso toro sin sensación de peligro. La ligazón de una series a derecha con el epílogo del detalle del pase por bajo y de costadillo, y la inmensa trinchera marcaron un trasteo que enardeció a un público que llenó La Merced en día histórico. Porque con el último mito de la tauromaquia, no hay límite para soñar.

Y si en su primero destacó la bondad personificada de su embestida, la del quinto marcó la pauta la complicación de un ir y venir a los engaños con andares descompuestos, la cara por la nubes y tornillazos que van y viene a una muleta que se hizo poderosa hasta conseguir enganchar la compleja embestida y, esta vez sí, provocar la emoción del manifiesto peligro. Por la muleta de Tomás pasaba una y otra vez un tren que amenazaba colisión. Y lo esquivaba. Y lo toreaba con el único acompañamiento del ¡ay! de la gente. Y lo enganchó por delante, se quedó en los terrenos del toro, le ligó derechazos soberbios, ajustadísimas manoletinas… ¡joder por dónde se pasa los toros este tío! Estoconazo al segundo y casi antera al quinto. Las orejas para Tomás eran obligatorias.

Los cinco o seis naturales del El Cid al encastado y noble tercero fueron esculturas para la historia del toreo cinceladas por el sentimiento en su forma más pura, profunda y trascendental. El Cid volvió a dar esta tarde en Huelva lo mejor de si mismo concentrando la esencia de su toreo en el trazo zurdo. Y a ello hay que sumar la formidable serie diestra con la que finalizó la ligada faena. Pureza en el pase y recursos de una técnica prodigiosa frente a la dificultad de la embestida. En el trasteo no hubo trampa ni cartón, sí unas formas claras y concisas que se defendían así misma a base de talento y valor. Estocada en la cruz y excelente réplica al toreo de Tomás.

Era difícil superar o mantener el nivel marcado con el tercero, pero El Cid logró con la faena al sexto, y esta vez con la derecha, una serie de pases diestros, no ya de absoluta perfección técnica, sino de extrema belleza artística en los momentos menos emotivos debido a las características de las embestidas. De todas formas El Cid remontó una faena, que después pinchó, tras prologarla con la capa con excelentes maneras.

El toreo de Emilio Silvera se mantiene en un nivel colmado, suave en sus formas y auténtico en su origen. En algunos momentos de la faena al noble primero, la series diestras resultaron monótonas y pocos flexibles, despegadas aunque templadas, y también la expresividad del pase se quedó a veces corta. No obstante, y pese a la discontinuidad del trasteo con la izquierda, lo realizado por Silvera tuvo un incuestionable atractivo.

Con instinto de supervivencia ante los dos colosos, y puede que con una pizca de desesperación, Silvera se enfrentó al buen toro de Núñez del Cuvillo corrido en cuarto lugar con la armas del valor y una ambición de principiante. La faena, de momentos intensos en el toreo a derecha, tuvo también las sombras de quien atropelló la razón a la búsqueda de igualar triunfos. Se precipitó con la espada y pese a ello su paisanos le regalaron una puerta grande que lo hizo feliz.

Terminaron Las Colombinas como empezaron: con éxito de público y triunfos apoteósicos. Que sigan siempre así.

RESTANTES CARTELES COLOMBINAS 2009:

– Martes, 5 de agosto: Espectáculo cómico-taurino ‘El bombero torero’.

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