No nos equivoquemos. La alcaldesa de Los Barrios, Ángeles Ariza, no es más que víctima de sí misma y, en todo caso, de sus circunstancias, como todo hijo de vecino, que diría el filósofo, pero no de una conspiración tramada por una caterva de políticos perversos interesados en defenestrarla porque la señora se haya convertido en un problema para sus intereses como desde su entorno se quiere hacer creer. Digo que es víctima de sí misma, con sus virtudes y sus defectos, y la cantidad de errores que ha ido acumulando desde que accedió a la alcaldía, y que no enumeraré por una pura y simple cuestión de espacio en esta columna, constituye la principal prueba de cargo. Y es víctima de las circunstancias porque hay quien la ha utilizado y la está utilizando en su particular guerra abierta dentro del PSOE, tanto a nivel local como provincial, aunque, según apuntan todos los indicios, sin mucho futuro, con la fallida estrategia de recurrir a una división artificial entre chavistas y griñanistas que, en realidad, no existe ni ha existido nunca en el seno de esta formación política.
Una mayoría del grupo municipal socialista le ha demandado a la regidora la dimisión ?el 19 de febrero, por cierto, casi tres semanas antes, que no al contrario, de la información publicada en cierto diario comarcal por un presunto pelotazo urbanístico frustrado? y precisamente que aún no se haya ido pone de manifiesto muy a las claras cuál es la razón fundamental por la que se le está pidiendo. A buen entendedor… Hay quien vende la moto de que a esta primera edil barreña se la quieren cargar para que no tire de la manta y eso es, en mi modesta opinión, completamente falso. Pues, si bien es verdad que errores sí que se han cometido durante el período que Rojas ha sido alcalde, 15 años dan para mucho, no hay manta ninguna de la que tirar. De haberla, y estando como está el patio, den ustedes por descontado que la señora Ariza lo habría hecho ya y sin dudarlo, para no convertirse en cómplice. A esta mujer, de armas tomar, se le podrá efectuar más de un reproche, como al más santo de los santos, pero no el de que sea capaz de hacer la vista gorda ante cualquier atisbo de corrupción, creo. No habría ido directamente al juzgado, aunque seguro que sí lo habría sacado a luz, para bien de la cosa pública, por supuesto.
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