La memoria histórica como patrimonio. El testimonio de Antonio Rodríguez Ávila, luchador por la libertad

Antonio Rodríguez Ávila (1913-1989) abordó en 1985 la confección de sus vivencias y recuerdos de los episodios que protagonizó. Con una memoria prodigiosa, sin dejar fuera ningún detalle, por duros que fuesen, recrea estos años y nos describe los horrores de la guerra y la posguerra. En sus páginas nos cuenta su infancia, la huida de la ciudad de Málaga de 1937, la resistencia en la zona republicana, la batalla del Ebro, la evacuación de Barcelona, la travesía de los Pirineos y la huida a Francia, donde estuvo interno en varios campos de concentración y su regreso a una España diferente a la que había dejado. Una historia de supervivencia porque la guerra impactó de una manera difícil de imaginar en esta generación de españoles. Y, al final de su vida, nos ofrece unas interesantes y serenas reflexiones como ese luchador anónimo por la libertad, como quiso ser recordado, y a lo que consagró su vida. Un legado, una vida, que debe ser patrimonio de todos

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Antonio Rodríguez Ávila durante la década de los años treinta. Archivo familiar

Antonio Morales Benítez, Rafael Ceballos Rodríguez y Claudia López Rodríguez

1. EXPERIENCIA PEDAGÓGICA

1.1. Introducción y justificación del tema

Se trata de una experiencia pedagógica e investigadora llevada a cabo en el IES Sierra Luna de Los Barrios en las asignaturas de Historia de Bachillerato. Planteamos una situación de aprendizaje a partir del estudio de los testimonios que nos dejaron nuestros antepasados. Un proyecto para trabajar la historia en las aulas con la ayuda de los verdaderos protagonistas. Dejar que nuestros abuelos y bisabuelos entren en nuestros institutos y se conviertan en maestros por unos días para conocer y estudiar nuestro pasado a través de su mirada. Para ello debemos indagar en sus memorias, cartas, fotografías y cualquier tipo de fuente. En nuestro caso, abordamos el estudio de la historia de la guerra civil y la posguerra en primera persona. Contada por uno de sus protagonistas.

Nadie duda de la importancia en la historia de España de este período. Antonio Rodríguez Ávila, bisabuelo de los alumnos que participan en esta experiencia, protagonizó muchos de estos acontecimientos que tanta trascendencia tuvieron y siguen teniendo en nuestra historia más reciente. Su testimonio, como militante de la CNT durante la Segunda República, su participación como actor en la Guerra Civil, su huida a Francia y posterior regreso a la España franquista, nos aporta una visión y una perspectiva que puede ayudarnos a comprender mejor estos episodios. Por lo que las memorias personales que nos dejó adquieren una importancia relevante. Con el adecuado enfoque competencial, la historia familiar puede ser un recurso didáctico para aproximarnos a la comprensión del siglo XX español.

Desde este punto de vista, sostenemos que la memoria de los protagonistas de esta etapa debe ser considerada como patrimonio histórico. También un recurso pedagógico, un instrumento para articular una situación de aprendizaje, que puede ser muy útil en nuestras clases de Historia de bachillerato de cara a presentar estos temas desde una perspectiva más cercana a los alumnos.

1.2. Contextualización

El trabajo está enmarcado en el ámbito general del Campo de Gibraltar y el entorno del Estrecho, donde nació y transcurrió parte de la vida de Antonio Rodríguez Ávila y donde viven algunos de sus descendientes. Aunque al tratarse de los años de la Guerra Civil y el exilio, se ocupa también de otros ámbitos.

1.3. Contribución al desarrollo de las competencias claves y temas transversales

El estudio de la historia más reciente y cercana puede ser un recurso para desarrollar hechos destinados a potenciar el carácter formativo de los mismos y reforzar en el alumnado sus capacidades de espíritu crítico, análisis, interpretación de elementos complejos, dominio de las técnicas del trabajo intelectual y razonamiento. También puede contribuir a la formación de ciudadanos responsables.

En este sentido, debe aspirar a conseguir que los alumnos adquieran las competencias clave que les permitan alcanzar un desarrollo integral de sus potencialidades. El estudio de los diversos textos y fuentes escritas potenciará la adquisición de la comunicación lingüística, junto a una metodología activa y participativa. Desde esta materia se contribuye al desarrollo de la competencia digital. En el desarrollo de nuestro trabajo continuamente vemos cómo se suceden hechos, causas y consecuencias; esto nos permite profundizar en la competencia de aprender a aprender. Asimismo, tenemos los argumentos para tener los elementos básicos en el campo de las competencias sociales y cívicas y, con respecto a la diversidad cultural, en todas sus expresiones.

En cuanto a los temas transversales, nuestra experiencia puede contribuir al desarrollo de la conciencia democrática, el respeto al estado de derecho, el ejercicio de la educación para la convivencia y a la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.

La historia de España nos muestra magníficos ejemplos de tolerancia y también de periodos de persecución e intransigencia. Todo ello debe permitirnos promover los valores de libertad, justicia, igualdad, pluralismo político, democracia, respeto a los derechos humanos y el rechazo a la violencia.

1.4. Contenido en relación al patrimonio de la comarca

Partimos de la consideración de la memoria histórica como un patrimonio que hay que preservar. Desde este punto de vista, el estudio de las memorias y la vida del campogibraltareño Antonio Rodríguez Ávila debe tener una gran relevancia para la comarca. El propio título con el que firmó esta obra, “luchador por la libertad”, debe ser una llamada de atención sobre la necesidad de recordar, y aún de rehabilitar, a esas personas cuyo esfuerzo y sacrificio contribuyeron a las conquistas sociales.

Antonio Rodríguez Ávila en Madrid durante la Guerra Civil. Archivo familiar

1.5. Metodología

Ha quedado demostrado que el aprendizaje activo es mucho más efectivo que el solo memorístico, ya que el alumnado aprende mucho más y mejor si explica, analiza y evalúa sus conocimientos y es capaz de crear sus contenidos y sus propios conceptos, tanto de manera individual como de forma colaborativa y en red. Por otra parte, el desarrollo de las competencias se ha convertido en la finalidad última y precisa de los procesos formativos. En este proceso, el alumnado tiene que ser el protagonista de su aprendizaje y el aula debe convertirse en un lugar de aprendizaje activo. En este sentido, nuestros principios deben estar orientados a buscar una metodología activa que permita al alumno no ser un actor pasivo en su proceso educativo, facilitar el trabajo autónomo, potenciar las técnicas de indagación e investigación. Y, sobre todo, transferir y aplicar lo aprendido a la vida real. Propiciando situaciones para poner en práctica los nuevos conocimientos y comprobar el interés y la utilidad de lo aprendido. También se fomenta la reflexión personal sobre lo realizado y la elaboración de conclusiones con respecto a lo que se ha aprendido, de modo que el alumno pueda analizar su progreso respecto a sus conocimientos fomentando el aprendizaje activo y participativo gracias al aprendizaje basado en proyectos. La investigación sobre la historia familiar puede contribuir a todo ello y, de paso, darle un aire diferente a nuestras clases.

1.6. Recursos didácticos

Además de los libros de textos utilizados en clase, este proyecto contempla el acercamiento a las fuentes documentales originales. El estudio de las memorias de Rodríguez Ávila, una fuente inédita, supone un acercamiento a la tarea de investigación propia de la actividad profesional del historiador. Además de otra bibliografía para contextualizar la época estudiada. A partir de este estudio, abordamos técnicas para extraer información directamente de estas fuentes de manera inteligente y crítica. Ello implica el ejercicio orientado a aprender a tomar notas de manera inteligente y crítica, de tal forma que el resultado final sea una mezcla de lo explicado en clase y de su propia selección, única manera de que dichos conocimientos sean asimilados de manera significativa. Además, debemos tener en cuenta la importancia de las fuentes orales, del trabajo de campo mediante entrevistas a personas que tuvieron relación con el biografiado. Por lo que, al tratarse de una investigación en el entorno familiar, se descubre que en la propia casa existen cartas, fotografías y cualquier otro tipo de documentación que puede ser de gran utilidad.

2. EXPERIENCIA INVESTIGADORA

2.1. Indagando en la biografía

Antonio Rodríguez Ávila nació el 23 de agosto de 1913 en San Roque. Sus padres eran originarios de Estepona y se dedicaban a la alfarería. Vivió parte de su niñez y juventud entre esta localidad malagueña y Algeciras. Apenas tuvo la oportunidad de ir a la escuela y todo lo que aprendió fue por su cuenta, pero se preocupó por formase y llegaría a ser un gran lector. En sus memorias cuenta que, ya en su niñez, era “un librepensador en potencia” al tener ideas propias, por lo que adoptó pronto los ideales anarquistas y empezó a demostrar su espíritu rebelde ante las injusticias que observa y la existencia de una “gran legión de trabajadores incultos”. Ingresa en el sindicato CNT para ser testigo de la ebullición política de España durante los años finales de la dictadura de Primo de Rivera y la llegada de la Segunda República. Durante este período, refuerza sus ideas y se muestra muy activo a nivel sindical. En su juventud colaboró también con un grupo de teatro denominado Bejarano. La guerra le sorprendió en Algeciras y, en unión de un reducido grupo de anarcosindicalistas, intentó hacer frente a los sublevados, pero, ante las desproporción de fuerzas, emprendió la huida hacia la provincia malagueña Allí se enrolaba en el ejército de la República como delegado de la milicia denominada “Acracia nº 5”, pero, ante la descomposición del frente y la inminente caída de Málaga, emprendió la retirada en febrero de 1937, siendo testigo de la huida de miles de personas en dirección a Almería. Posteriormente participa en la defensa del Madrid, en la campaña de Aragón y en la decisiva batalla del Ebro. Durante la guerra perdería a dos hermanos: Juan, asesinado en Asturias, y José, desaparecido en la zona del Levante.

Antonio Rodríguez Ávila (1913-1989) hacia 1986. Archivo familiar

Tras el hundimiento del frente de Cataluña, es testigo de la evacuación de Barcelona y debe emprender el camino del exilio con un grupo de milicianos a través de los Pirineos hasta que son sorprendidos por una patrulla de gendarmes y enviados al campo de refugiados de Argelès-sur-Mer, donde fueron internados miles de republicanos españoles. Allí sufre numerosas penalidades, que relata en unas páginas estremecedoras. Tras un periodo de trabajos en diferentes zonas de Francia, conoce la ocupación alemana y es de nuevo detenido y deportado a un campo de concentración nazi en las proximidades de Perpiñán, pero consigue escapar y burlar numerosas patrullas alemanas para cruzar la frontera española en emprender un penoso camino de vuelta a casa atravesando toda España, al principio caminando durante interminables jornadas y viviendo toda clase de vicisitudes. Y nos ofrece el retrato de un país empobrecido y recién salido de la guerra a través de los ojos de este testigo, que lo narra de manera precisa en sus páginas.

Una vez en el Campo de Gibraltar, tiene que empezar una nueva vida en un entorno político y social muy diferente al que había dejado años atrás. Se instala en Guadacorte, en el término de Los Barrios, y trabaja como ceramista. Contrae matrimonio en 1943 con María Sánchez Borrego y tienen cuatro hijos. Pero durante los años cincuenta emigra al norte de España, primero a Bilbao, y posteriormente a la provincia de Barcelona, donde se instala de manera definitiva. Muere en Viladecans en 1989.

2.2. Tras las huellas de nuestro bisabuelo

2.2.1. Una vida de lucha por unos ideales

A través de la lectura de las memorias de nuestro bisabuelo hemos ampliado nuestra visión y conocimiento, tanto de la historia de España como de su comportamiento, que consideramos admirable. Ello se refleja a lo largo de sus memorias, que, a pesar de no estar escritas por una persona con altos estudios ni, como él mismo dice, por un gran autor literario, se trata de un hombre para nosotros ciertamente integro, con unos valores muy marcados ya desde niño. Un rebelde de corazón que luchó contra la injusticia de una España con diferencias sociales muy acusadas. “Tiraba piedras a sus ventanas”, decía refiriéndose a las personas para las que trabajaban sus padres, que le dijeron que no se relacionan con ellos por ser de una clase inferior. Desobedecía la autoridad de sus padres si algo no le parecía bien y define a su progenitor como un hombre tosco que le decía que había llegado a hombre sin estudiar. Pero él, por el contrario, sostenía: “Comprendo un hombre como un compendio de cosas: altruista, magnánimo, sabio y, al decir sabio, quiero decir inteligente y saber darle a cada cosa su valor”, un pensamiento impresionante en nuestra opinión para un hombre que no estudió, pero que demostró ser 1940, tras dieciocho meses en la nación vecina. Nada más llegar, es de nuevo detenido y encarcelado en Gerona. Consigue salir del cautiverio con la orden de presentarse a las nuevas autoridades de su localidad de origen, por lo que debe más sabio que otros muchos. Era el menor de los hermanos y su abuelo representó una gran figura para él, y recordaba que cuando su padre le azotaba como castigo, su abuelo le decía: “En vez de palos, dale educación”. Realmente admiraba a su abuelo, lo quería, pues lo consideraba un hombre sabio que cayó en desgracia.

A través de la lectura de estas memorias hemos podido apreciar también datos de carácter histórico, narrados desde una perspectiva cruda y sin ningún tipo de censura, que reflejan las duras condiciones laborales, pasando por un momento en el que dice recordar a los jóvenes que marchaban hacia Marruecos prácticamente metidos en los barcos a palos. Sumado a otras historias que también demuestran, de manera muy clara, su carácter de verdadero anarquista, llegando a decir: “¡Qué días para mí tan felices que, a pesar de mi escasa edad, era un librepensador en potencia!”.

Antonio Rodríguez Ávila con su esposa María Sánchez Borrego y algunos de sus hijos en Viladecans (Barcelona). Archivo familiar

Llegando a una de las partes más importantes de las memorias de Antonio Rodríguez, el 19 de marzo de 1930, después de un duro periodo de penurias, los ayuntamientos empezaron a dar a los ciudadanos dos pesetas por persona, lo cual era insuficiente para alimentar a una familia. Mientras el pueblo ya estaba cansado y los soldados desembarcaban hacia el norte de África. Los más osados e idealistas se acercaban al oído de los que les veían llegar al puerto de Algeciras y decían “Viva la República” y entonces, con sus corazones ardientes, gritaba el pueblo “Viva”. La policía se veía impotente ante tal masa de personas y nos dice Antonio: “Por mucho que nos retuvieron, no tardaron mucho en soltarnos”. Un clima político caldeado tras el fin de la dictadura de Primo de Rivera, cuando las fuerzas políticas republicanas y de izquierdas se movilizaron en la clandestinidad a pesar de las persecuciones. Pero nos cuenta cómo, poco a poco, estos ideales se fueron extendiendo. Y menciona las charlas que daban sus compañeros mientras bajo sus solapas llevaban la insignia roja y negra de la CNT.

Debemos mencionar también que, a pesar de luchar por la Republica, reconocía que este régimen no les trató nada bien. Llegó abril de 1931 y la caída de la monarquía borbónica, y se desbordaron los ánimos mientras los políticos pedían paciencia. Un compañero de la CNT les daba clases a aquellos que quisieran, y nuestro bisabuelo no era la excepción. Nos cuenta cómo, poco después, había más de 30 000 militantes de la CNT en las cárceles, pues los gobiernos cada vez hacían más concesiones a la burguesía y esto provocó períodos de represión, pues desconfiaban tanto de las izquierdas como de las derechas. Y, mientras los presos iban saliendo de su cautiverio, él pensaba: “¡Qué más da que nos retuvieran, si las calles eran nuestras!”.

También nos cuenta la tragedia de Casas Viejas, aquella gran matanza, un día negro para la historia de España, cuando ya residía en Algeciras. Mientras los anarquistas, ya impacientes, empezaron a tomar las calles, llegando incluso a dar, según decía, “un baño de fuego a las iglesias”, aunque pensaba que hubiese sido mejor convertirlas en escuelas que más falta hacía. En este contexto, se ocuparon las iglesias, aunque no tardaron en ser desalojados por el gobernador de Cádiz con la acusación de que de que la FAI había tomado la casa de Dios y la Guardia Civil no tardó en plantar una ametralladora en la puerta. Finalmente dialogaron y se llegó pacíficamente a un acuerdo.

Las memorias continúan con uno de los episodios más oscuros, la huida por la carretera de Málaga. Previamente las tropas expedicionarias de Marruecos desembarcaron en el Campo de Gibraltar y nos cuenta cómo algunos compañeros de la CNT decidieron marchar hacia el interior, pues vieron cómo las poblaciones iban cayendo. Con el escaso armamento del que disponían no podían hacer frente a este ataque. “Unas pocas escopetas mohosas para diez hombres”, decía él, pero con gran valor fueron a la batalla donde tuvieron que retirarse al final. Y nos cuenta que fue testigo de cómo “personas inocentes fueron asesinadas por las balas del fascismo”. Asimismo, tras la caída de Málaga se integró en un grupo de más de 3000 personas que iniciaron una huida de más de diecisiete días de penurias por el interior de la provincia de Granada, cuando aún no estaban formados los frentes. Nos relata también cómo cruzaron un río y uno de sus hermanos se quedó atrás, siendo capturado por los sublevados y enviado al frente, asesinado al negarse a disparar una sola bala contra los suyos. También narra la llegada a Almería, donde se encontraron con las fuerzas republicanas, y tras haber permanecido al borde de la muerte por una enfermedad, solicitó volver al frente, siendo destinado a Los Villares. Pero no logró encontrar a su compañía y, poco después, partió a Madrid donde esperaba encontrar a su hermano, con el que recuperó el contacto mediante cartas, pero un día estas cartas dejaron de llegar y nunca volvió a saber nada de él.

Foto familiar hacia 1982. Antonio Rodríguez Ávila y María Sánchez Borrego con uno de sus nietos. Archivo familiar

Gracias a esta lectura, como mencionamos al principio, hemos adquirido nuevos conocimientos y se despierta en nosotros una pasión por la historia gracias a estas memorias. Por lo que estimamos que se trata de una situación de aprendizaje perfecta, pues nos ha reforzado en nuestros deseos de convertirnos en historiadores y admirar la noble lucha y el carácter de nuestro bisabuelo que no quiso participar del sentimiento generalizado de olvidar todo lo que había vivido durante estos años. Ello nos ha permitido avanzar en nuestros conocimientos y podemos concluir en que estas memorias podrían ser un ejemplo más a tener en cuenta para concienciar a nuestra generación de la crueldad de la Guerra Civil.

2.2.2. Derecho a ser libre

Este trabajo, además de ayudarnos a comprender la asignatura de Historia de España y a estudiarla con muchas más ganas, nos ha aportado un punto de vista sobre una etapa histórica que, en los libros de texto, aparece de una manera más general y fría de lo que observamos en las memorias de Antonio Rodríguez. En este relato, el protagonista –nuestro bisabuelo– nos cuenta su propia visión de todas sus vivencias durante la Guerra Civil y el franquismo, partiendo desde su niñez y juventud, con sus recuerdos de la dictadura de Primo de Rivera y de la Segunda República española. Estas memorias están narradas de manera sumamente cruda y realista, reflejando los sentimientos y recuerdos de quien las escribe, y ello nos ayuda a entender la posición y la realidad tan desesperada a la que se enfrentaban miles de españoles, que no tenían nada que perder, pues nada tenían, ni siquiera la libertad. Las desigualdades sociales, las injusticias y la falta de libertad es lo que despierta su espíritu de indignación y protesta, y lo que también llevaría a una parte de la población a rebelarse contra esta situación.

Otro asunto que nos llama la atención es que nuestro bisabuelo ya percibía desde niño, por ejemplo, la situación de machismo existente en la época. Y algo también muy destacable es su educación autodidacta, que podemos definir como exitosa, teniendo estas memorias como el mejor ejemplo de ello, porque, aunque de niño no le interesaban los estudios, cuando creció se daría cuenta de lo importante que es la formación y los conocimientos puesto que eso lo hacía más consciente: “El saber nos hace más libres”.

Con estos relatos nos damos cuenta que toda esta la lucha y sufrimiento de muchas personas no sería inútil, sino que, por el contrario, sirvió para que hoy día tengamos una visión más abierta de la realidad y podamos disfrutar de unos derechos más amplios. Nuestro bisabuelo, indudablemente, sufrió mucho, le tocó vivir una época especialmente desagradable y una parte de su juventud se la pasó entre frentes de guerra, campos de concentración y cárceles. Finalmente, otra cosa que despierta nuestro interés es hasta dónde puede llegar una persona empujada por sus ideales, deseos de libertad y ansias de justicia. Es simplemente increíble cómo estaba dispuesto a arriesgar su vida, una y otra vez, en nombre de estos ideales, sus compañeros, su derecho a ser libre –en su más amplio sentido– y su propia forma de pensar.

2. CONCLUSIONES

Diseñamos esta experiencia como una situación de aprendizaje para tratar la historia contemporánea de España en nuestras clases de la mano de sus verdaderos protagonistas. Contada por uno de estos actores, lo que indudablemente ha contribuido a una mejor comprensión de nuestra historia más reciente. Con estos materiales hemos abordado el estudio de un período decisivo y de difícil tratamiento en las aulas.

Por otra parte, tenemos que valorar el aspecto humano, y aún sentimental, de esta experiencia pedagógica e investigadora que trasciende de un proyecto normal. Porque se trata de que los alumnos indaguen la memoria de sus propias familias y, de paso, tener la oportunidad de descubrir que ellos mismos forman parte de ese proceso. Descubrir y sentir también las emociones de la historia aprendiendo de su entorno familiar. Abrir las puertas de nuestras clases a los verdaderos protagonistas, a nuestros antepasados, para conocer y recoger también sus valores.

En este sentido, Antonio Rodríguez Ávila finalizaba sus memorias con unas palabras con las que quería sintetizar una vida dedicada a unos ideales:

“Yo no fui ni más ni menos que nadie, un luchador desde las primeras horas de 1936 hasta la fecha. Siempre en la brecha, siempre donde hice falta, no por valentía sino (por) mis ideales (…). Yo, como otros muchos, quería un mundo nuevo, como muchos de los que luchábamos en las filas antifascistas, donde no existiera la explotación del hombre por el hombre, contra la ignorancia, el hambre, la miseria, queríamos quitarnos de encima ese pesado bagaje del pasado que soportamos desde tiempo inmemorial”.

Memoria y valores quizás sea una combinación muy necesaria hoy para nuestra sociedad. Un patrimonio histórico y familiar al que debemos abrir las puertas para dejarlo entrar en nuestras aulas.

También debemos considerar que somos deudores, de alguna forma, de la lucha de estas personas, del esfuerzo y sacrificio que muchos hicieron para llegar a los tiempos actuales. Ello debe llevarnos a reconocer y honrar la memoria de estas víctimas de la guerra de España y la dictadura franquista para su reconocimiento y dignificación. La historia no puede sentar sus bases sobre el olvido y el silencio. Por el contrario, su conocimiento debe ayudarnos a construir el futuro sobre la verdad y la justicia para una convivencia más justa con la conquista de los derechos individuales, las libertades y la democracia.

4. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

4.1. Fuentes

• Rodríguez Ávila, A. Memorias de un luchador anónimo (manuscrito de 1985-86).
• LOMLOE. Boletín Oficial del Estado, núm. 340, de 30 de diciembre de 2020.
• Ley de Memoria Democrática. Boletín Oficial del Estado, núm. 252, de 20 de octubre de 2022.
4.2. Bibliografía
■ Álvarez Rey, L. et al. (2016). Historia del Mundo Contemporáneo. Vicens Vives.
■ Álvarez Rey, L. et al. (2017). Historia de España. Vicens Vives.
■ Rodríguez Sánchez, A. (2012). Toñín. Entre el mar y el barro. Compobell, S.L.
■ Vivas Ramos, L. y sus alumnos (2021). Lecciones de nuestros abuelos. Editorial Vinatea.

-Antonio Morales Benítez Doctor en Historia. Consejero de Número de la Sección I del IECG
-Rafael Ceballos Rodríguez y Claudia López Rodríguez Alumnos del IES Sierra Luna, Los Barrios

Cómo citar este artículo

Antonio Morales Benítez, Rafael Ceballos Rodríguez y Claudia López Rodríguez. “La memoria histórica como patrimonio. El testimonio de Antonio Rodríguez Ávila, luchador por la libertad”. Almoraima. Revista de Estudios Campogibraltareños (59), octubre 2023. Algeciras: Instituto de Estudios Campogibraltareños, pp. 61-68.

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