NOVENA PROVINCIA

La vida nunca perdona

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La democracia permite que pululen por ella sus enemigos, y hay que poner mucho cuidado porque cualquier medida restrictiva nos puede llevar a terrenos cercanos al autoritarismo. Ahora bien; todos sabemos el peligro que para la convivencia supone el aumento de la intolerancia, las corrientes neonazis que se acercan a los jóvenes en forma de grupos musicales, con letras incendiarias, no por su rebeldía, que sería lógico en la juventud, sino por sus contenidos racistas, machistas, xenófobos y excluyentes.

Hay un paneuropeísmo que cruza fronteras, y los estados de la UE siguen mirando hacia otro lado. Uno de los grandes problemas que se nos echa encima es el de la violencia juvenil, alentada desde el mundo incontrolado de Internet y algunas casas discográficas. Si legislar puede conducirnos a otro fascismo desde el poder, la democracia y la tolerancia deben defenderse con una campaña descomunal que anule la perniciosa propaganda neonazi sobre los jóvenes. Algo hay que hacer.

Pero acaso este sea el peor momento de la historia en el que podemos meternos en semejantes berenjenales. Tan solo con que haya un matiz mínimo diferente, caerán sobre ti cataratas de improperios y descalificaciones. Pero hay que decirlo, yo estoy curado de espanto, y ya de cancelado no paso. Decía Hermann Hesse que las personas que expresan su pensamiento con libertad, no suelen tener muchos amigos.

En los momentos actuales, tienes que ser partidario de A o B, sin condiciones y a muerte; de lo contrario te tacharán de antisemita y alineado con terroristas del ISIS, o sionista recalcitrante. Y resulta que en Gaza hay miles de personas que no comulgan con el extremismo de Hamás, y en Israel otro tanto de israelíes que están hasta el gorro de las políticas expansionistas de los gobiernos de Tel-Aviv, especialmente cuando gobierna la parte más conservadora.

Luego están los que te pueden acusar de tibio o, peor, de equidistante. Pues mire, ser equidistante entre la ira sanguinaria de Hamás y las revanchas de la ley del Talión de Netanyahu, no solo es difícil, sino que viene a ser lo mismo, porque tener como bandera el odio y destrucción del otro no me permite estar a mitad de camino de ambos, porque en realidad están en el mismo sitio, seguramente porque la guerra es la única manera que tienen de mantenerse en el tablero.

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