El diputado nacional del Partido Popular José Ignacio Landaluce ha asegurado en el día en que se cumplen 25 años desde que el 5 de febrero de 1985 se abriera definitivamente la verja que separa España de Gibraltar, que las relaciones entre ambos territorios tienen que seguir mejorando por el bien de ambas comunidades, unas sociedades que están condenadas a entenderse y a buscar un futuro conjunto y un desarrollo en común que beneficie a ambos.
No encontramos en el punto de mayor tensión desde que se abriera la verja, habida cuenta de que Gibraltar ha encontrado en el Gobierno de España, y más concretamente en su ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, su mejor aliado a la hora de reclamar sus intereses, unos intereses que están centrados en conseguir una autodeterminación que no sería más que hacer más grande ese espacio que nos separara.
El Partido Popular, 25 años después, todavía considera que son muchas las ilusiones que unen a ambas comunidades que las que nos separan. Compartimos un espacio común y eso es más que suficiente para condenarnos al entendimiento. El potencial de la comarca debe convertirse en la apuesta de todos los campogibraltareños, pero con el sentido común como bandera.
Gibraltar y España nunca debieron estar separados y los acercamientos obvian esta cercanía física dejando como interlocutores válidos a los actualmente representados en el Foro Tripartito de Diálogo. ¿Y la comarca del Campo de Gibraltar?. El “Campo”, como se conoce en Gibraltar también debería tener voz en cualquier foro en el que se discuta el futuro de Gibraltar. El roce, la cercanía, al igual que en cualquier relación, hace que nos conozcamos a la perfección y seamos los mejor capacitados para decidir, como defendemos en el Partido Popular, en beneficio de los dos lados que desde hace 25 años están un poco menos separados, pero sin olvidar que existen diferencias que, si bien no pueden considerarse insalvables, sí está haciendo muy difíciles los acuerdos.
El Partido Popular ha sido y seguirá siendo parte activa en todo este proceso. El Partido Popular, como la mayoría de los españoles, no está dispuesto a renunciar a un territorio y a unas aguas que están siendo usadas para poner en entredicho la capacidad de España para gestionar su patrimonio y velar por sus intereses, una tensión palpable que puede convertirse en una frontera aún mayor que la que hasta el año 1985 mantuvo Gibraltar y La Línea separadas por un abismo que, con voluntad y trabajo, y como todo es posible, puede superarse.