SOBRE NUESTRA VIDA

Limitaciones y dificultades. ¿Han de ser un obstáculo?

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Lo admito, tengo una letra horrible! A pesar de haber pasado por la educación de una madre maestra que me hacía reescribir una postal por tener tachones, no he conseguido nunca escribir de una manera más legible. Me cuesta escribir a mano, no es por dejadez. Tal vez se debe a que me obligaron a escribir con la derecha, siendo zurda, agravado por el hecho de que hoy por hoy ya he perdido la costumbre de escribir a mano, así que el asunto ha ido de mal en peor.

¿Por qué os cuento eso?

Estos días me he examinado en la Escuela Oficial de Idiomas, institución a cuyo cuerpo docente pertenezco, estando ahora en excedencia. Vivir la experiencia de los exámenes desde el otro lado ha sido muy interesante. He podido vivenciar esos nervios de temer no encontrar la respuesta correcta, o que me vaya a faltar el tiempo para terminar. Y he sabido aplicar las herramientas que enseño a mis clientes: calmarse y focalizar en la tarea, sin distraerme con quejas ni agobios.

Ahora bien, la cosa no se quedó en eso. No podía imaginarme que la parte de producción y coproducción escrita pudiera causarme tal nivel de apuro e incomodidad.

Primer día de examen, nivel C1 de inglés. Tras casi dos horas de examen comienza el “Writing”. He de escribir un texto de entre 175 y 200 palabras. El espacio me viene dado, limitado al tamaño de un folio de una cara, con los renglones ya hechos. No los he contando, pero os aseguro que con mi letra, y acostumbrada a hacer párrafos, no me caben ni los 175 palabras, o sea, la longitud mínima exigida. Así que, ¡imaginaos si encima me equivoco escribiendo! Cada vez menos espacio, me veo en una autentica encerrona, no hay solución … Realmente termino mi redacción de la tarea 1 metiéndome en el espacio de las instrucciones de tarea 2. Sin hacer párrafos al final. Y sin poder explayarme más en las conclusiones. ¡Qué apuro! Pero bueno, me digo, lo entrego, y ahí está. Las cartas están echadas. Lo que sea será.

Segundo día de examen, B2 de francés. Igualmente limitación de espacio con renglones en la tarea de producción y coproducción escrita. Esta vez se me dicen además que hay un solo folio borrador para preparar las dos tareas. No sé como lo hacen otros, pero a mí el borrador me sirve para anotar, hacer tormenta de ideas, tachar, realizar cambios. Verme limitada en en este proceso es aún más grave.

La realización de la tarea no fluye. Comienzo a escribir, no me gusta, cambio, empiezo de nuevo, y como de costumbre, además escribo con letras grandes, con mucho espacio. ¡Un folio! Efectivamente, cuando quiero comenzar la tarea 2, me queda menos de la mitad de una cara del folio. Encima, el tema no me inspira mucho para lanzarme directamente a escribir. ¡Necesito ir apuntando ideas! ¿Pero dónde?

Mi sensación es de incomodidad, impotencia. ¿Qué hago? Intento adaptarme a la situación, pero no puedo, no puedo escribir el texto en menos de medio folio de borrador! Y directamente en el examen, ¡imposible! Más teniendo esa tremenda limitación de espacio que no me permitirá tachar cosas. No soy quien tiene ni usa Tipex. Total, al final insistí, y conseguí un folio y terminé la tarea.

Toda esta experiencia me hace reflexionar. Me pregunto, ¿qué sentido tiene, o sea, qué clase de castigo es limitar el espacio cuando uno escribe? ¿Cuál es el sentido de incomodar a una persona, obligándola a abandonar su estilo de escribir en un EXAMEN, con todo lo que esta situación en sí ya conlleva? Para escribir una redacción, hay que pensar, ordenar ideas, fluir … ¿por qué no se puede hacer eso con uno, dos o tres folios de borrador?

Escribo esto desde el cariño, sabiendo lo que es estar ahí dentro y tener que cumplir instrucciones. No obstante, con todo mi respeto y aprecio a los profesores, quiero manifestar aquí mi visión de lo que es la obediencia hacia una norma. Mi visión es que cualquier normativa tiene su límite, y ha de ser esquivada o re-interpretada en el momento en que nos damos cuenta de que hay personas que se ven afectadas y limitadas para realizar el examen. Mi lema sería: ante todo, la persona.

Esta narración de mi experiencia me sirve como mero ejemplo de una deshumanización de la sociedad por una excesiva obediencia hacia las normas, por encima del sentido común y de las personas con las que tratamos. Necesitamos urgentemente, y no me cansaré de reiterarlo, poner nuestra intención en un mundo de seres sintientes, y con capacidad de meterse en el lugar del otro.

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