UN CAMINO EN EQUILIBRIO

No es fácil educar…


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Este artículo no es una guía de lo que hay que hacer paso a paso, ya que hoy en día podemos encontrar muchos manuales que nos dictan literalmente cómo debemos educar a nuestros hijos y qué tenemos que decir y hacer en cada situación que se nos presente.

Hay casos en los que se llevan tan al pie de la letra que dejamos de ser nosotros para usurpar la piel de “supernanny”. Pero, ¿Cuánto nos dura este papel?, generalmente lo abandonamos pronto, porque somos humanos y perdemos los nervios, nos cansamos, estamos estresados, etc… Así que es mejor que actuemos de forma natural, y adaptemos los consejos a nuestra forma de pensar y de ser.

Por ejemplo, cuando decidimos que nuestro hijo/a debe empezar a dormir solito, es fundamental que no estemos pasando por un momento difícil o de estrés, cansancio, etc. Elegir una técnica u otra depende de cada padre, pero piensa que todo lleva su tiempo, y si no tenemos paciencia, o nos agotamos rápidamente, no funcionará. Inténtalo en época de vacaciones, así podremos dedicarle más tiempo y, sobre todo, con mejor humor.

Otro de los problemas es que no queremos que ni el aire roce a nuestros hijos, que no lloren, que no se caigan, que no sufran, etc.…, por lo que dejamos de ser “supernanny” para convertirnos en “todopoderosos” y evitar en todo lo posible que nuestros hijos pasen un mal rato. Pero, ¿estaremos siempre ahí para protegerlos? La frustración, el miedo, el dolor, etc., son emociones y debemos aprender a gestionarlas de manera adecuada.

Creo que, si supiéramos las consecuencias de nuestra forma de actuar con respecto a nuestros hijos, tendríamos una motivación para hacerlo de otra manera y optaríamos por educar en las emociones.

Algunas consecuencias de la sobreprotección son:

  • Retraso en el desarrollo de las habilidades sociales. Si no dejamos que nuestros hijos solucionen sus conflictos, ya que nos anticipamos a ello, no aprenderán a desarrollar la habilidad de solución de problemas, fundamental para la vida adulta, tanto en lo personal como en lo profesional.
  • Inseguridad. Como no les hemos dejado tomar sus propias decisiones y siempre han tenido una figura que los ha defendido ante todo y ante todos, no se preocuparán de enfrentarse a la vida. Cuando sean mayores, buscarán otro “apoyo” con la consiguiente dependencia que eso conlleva.
  • Se dan pronto por vencido. Preferirán obviar las dificultades de la vida y cuando se les vayan presentando los problemas, tendrán miedo a enfrentarse a ellos y tirarán la toalla demasiado pronto.
  • En la adolescencia empezarán a culpar a los padres. El egoísmo propio de esta etapa, hará que los niños se vuelvan tiranos con sus progenitores, culpándolos de todos sus errores y problemas.

No es fácil dejar que nuestros hijos se equivoquen, ni que se caigan y lleguen con la rodilla “echá abajo”. Tampoco es fácil ver como los empujan en el parque o llegan llorando del cole por determinada cosa, pero la vida adulta es más compleja que todo eso, y cuanto antes aprendan a gestionar las emociones más habilidades tendrán en el futuro.

No le evites a tu hijo las dificultades de la vida, más bien, enséñale a superarlas

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