No Robarás

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Ángel Tomás Herrera | Abogado y Mediador

Como confesaba Ramón Gómez de la Serna, “ese precioso y necesario don del sentido común, que es el menos común de los sentidos” es el que ha llevado al Partido Socialista a interponer la reciente moción de censura, que ha desalojado del Gobierno central al Partido Popular. Ha sido pues esa salud contagiosa, que toma cuerpo en el sentido común, junto a un obligado punto y final al latrocinio institucionalizado y la corrupción normalizada, la que ha permitido a Pedro Sánchez mandar a la oposición al primer partido de la joven democracia española en ser condenado por corrupción, a propósito del caso de la Gürtel.

Muchos critican ahora desde las filas conservadoras que el nuevo gobierno no haya surgido de unas elecciones generales, como si ello quitase mérito a los nuevos gestores y el mecanismo de la moción de censura fuese un invento maquiavélico y antidemocrático. Para todos estos voceros, que lo único que intentan es torpedear el nuevo gobierno de izquierda, les diré que no existe nada más democrático que el mecanismo de la moción de censura, regulada por cierto en el artículo 113 de la Constitución Española. La moción de censura sirve para romper la relación de confianza anudada entre el Congreso de los Diputados (votados por todos los españoles) y el Presidente del Gobierno. Y los motivos son bien conocidos por todos: La corrupción, el latrocinio público, las financiaciones irregulares, la malversación y delincuencia institucionalizada que salpica al PP y termina reconociéndose judicialmente.

La solución terminal de la moción de censura es un mecanismo copiado por España de la Ley Fundamental de Bonn. En Alemania se posibilitó esta vía para ahuyentar el temor de las crisis gubernamentales que existieron durante los duros años de la República de Weimar, mientras que en España se importó porque pareció un buen procedimiento para evitar mayorías destructivas, enrocadas en la mala gestión y la corruptela, como ha ocurrido con el gobierno de Rajoy.

Por tanto, para aquellos que se dan golpe en el pecho y hablan de medidas antidemocráticas, no existe nada más democrático que censurar y lanzar fuera del Gobierno del país a quienes utilizan el poder para sus “ oscuros negocios y sus intereses mafiosos”. La censura deja sin poder a los que incumplen la ley humana y divina, a los que mienten y prometen sin cumplir, a los que de forma reiterada han venido incumpliendo el Séptimo Mandamiento; ese que nos recuerda uno de los pecados más primitivos: «No robarás» (Mt 19, 18) – (Éx 20,15).

Ahora Pedro Sánchez deberá borrar del mapa todas las políticas económicas y sociales que han generado tanto dolor, tanto retroceso y miseria, tanta precariedad laboral, de la forma más coherente e igualitaria posible, antes de convocar unas nuevas elecciones generales. Y deberá actuar también contra cualquier brote de corrupción que anide en los partidos de la oposición o en las filas propias, para dar ejemplo de transparencia, legalidad, talante y buen hacer. Es una tarea ardua, trufada de integración y unidad, máxime cuando ha tenido que sofocar incendios internos y una guerra sucia y continua por parte de sus adversarios políticos, que pondrán mil trabas a su gestión.

Después de la crisis inducida, los fondos buitres, los pelotazos y robos normalizados, el rescate bancario y la mafia generalizada, cualquier nueva opción de gobierno es una magnífica oportunidad para hacerlo mejor, para gobernar con otro talante, con la empatía social necesaria, atendiendo a los servicios públicos de un Estado del Bienestar, que el gobierno neoliberal censurado se ha encargado de dinamitar durante estos últimos siete años.

No sirven pues los mantras y falsedades que ahora quieren difundir aquellos que prometieron sus cargos con crucifijo y Biblia, mientras por otro lado mentían e incumplían ese sagrado mandamiento de “No Robarás”. No pueden dar lecciones a nadie pues. Lo único que legal y cristianamente pueden hacer estos personajes, es limpiar sus compradas conciencias y confesar sus fechorías. La corrupción política española dará aún para muchos titulares y noticias, ya que se calcula que no sabemos ni la punta del iceberg de la red mafiosa que durante años se ha ido tejiendo alrededor de los grandes poderes y las Administraciones Públicas, a todos los niveles.

Por de pronto, la mejor opción es darle un voto de confianza al actual Gobierno, esperando que durante su mandato acierte con sus esperadas medidas sociales y su gestión, y pueda actuar con contundencia contra una de las mayores lacras de nuestra historia moderna: La Corrupción Política.

“ ¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ” (Mt 16, 26).

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