SOBRE NUESTRA VIDA

Nuestras idealizaciones agotan nuestra energía positiva

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Si quieres peras, toma peras, y si quieres manzanas, toma manzanas. Pero no pidas peras al olmo, ¡ni manzanas!  – Estas palabras me las dijo hace años una amiga psicóloga cuando me quejaba de que mi pareja no era como me gustaría, o no hacía lo que yo quisiera.

Aceptar a los demás como son, con sus fallos y lados “negativos”, con sus sombras y con las cosas que chocan con nuestros propios “demonios” no es tarea fácil, y quizás para muchos ni siquiera es una cosa a plantear.

Vale, okay: con la pareja, con los hermanos o los padres, tal vez pueda plantearme el esfuerzo de aceptarlos como son. Pero cuando se trata de personas que andan por ahí corruptas, impresentables, ineptas, ¿cómo voy a aceptarlas con su sinvergonzonería?

No paramos de criticar e indignarnos con nuestros políticos, en primer lugar, y luego con la administración, los profesores, los médicos, la corrupción, el narcotráfico, la mafia mundial …  – “¡No hay derecho!”, decimos, y que nos da vergüenza ajena. Algunos quieren meterlos directamente en la cárcel, a los políticos esos, y darles una lección haciéndoles sentir así de impotentes como nos sentimos nosotros: el trabajador, el autónomo y el pequeño empresario.

Como terapeuta hablo mucho de la importancia de dejar salir la ira, la tristeza, la emoción en general. Guardarnos las cosas dentro nos causa ansiedad, depresión, malestar o enfermedades, suelo decir. ¿Pero sirve de algo despotricar por las redes sociales o en el bar con la cervecita?

No voy a contestar aún. Volvamos a la frase inicial. Si quieres pera, toma pera … Y no, no lo has elegido, lo sé. Pero si en tu jardín hay peras, es lo que tendrás. No van a crecer manzanas de repente. Pero lo que hacemos a menudo es levantarnos por la mañana y quejarnos de que otra vez hay peras en el árbol, y ni una manzana. Deseamos tanto las manzanas que cada día cuando nos acostamos nos inventamos que quizás mañana nuestro peral vaya a cambiar de actitud y darnos algunas manzanas. Pero no va a pasar, no va a cambiar.

Reflexionemos: la corrupción es un mal intrínseco en los sistemas político-económicos a nivel mundial desde que existe la globalización, si no desde antes. Guerras se libraron, y aún se libran, para conseguir el control del petróleo, de las bananas, del café, del cacao. Personas son matadas para evitar que un estado “subdesarrollado” se espabile y comience a controlar su propia economía local y nacional – como pasó en el caso de Salvador Allende, por poner un ejemplo.

Si no somos conscientes de la corrupción como mal humano, idealizamos al ser humano. Y eso nos lleva a la indignación, claro está.

¿Y en la política local? – No sabemos hasta qué punto el político es marioneta dentro de un juego más grande que él. No lo justifica, no. Pero si queremos dejar de gastar energía pidiéndoles peras al olmo, hemos de centrarnos, dejar de idealizar, y analizar con calma la situación en la que nos encontramos.

“Feliz es quien olvida lo que ya no se puede cambiar”, cantan en “El Murciélago”, opereta de Johann Strauss. No quiere decir que cerremos los ojos ante la realidad. Al contrario, debemos estar atentos y con los ojos bien abiertos.

Concretamente, al estarlo, dejamos de idealizar. Si miramos las cosas sin idealizaciones sabemos que no podemos pedir más a los supuestamente responsables de nuestra comunidad. Ciertas cosas no se pueden cambiar, pero sí hay opciones para actuar en nuestra pequeña comunidad. No será fácil darle un giro a las costumbres y tendencias corruptas en nuestras localidades. Y probablemente dentro del sistema no será posible a corto plazo. Pero podemos crear una comunidad entre los pequeños empresarios y autónomos, podemos trabajar en equipo, podemos investigar y encontrar algunas maneras sutiles y pragmáticas para mejorar la situación en nuestra comunidad.

Siento decíroslo así: por mucho que entienda y comparta el malestar general, si no pasamos a la acción positiva no somos ni una pizca mejor. Conclusión: dejemos de quejarnos de las cosas que no cambiarán nunca. Actuemos de manera creativa y constructiva.

 

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