Pocos amigos me insisten tanto como Ramón Chamizo para retornar a escribir sobre la historia de Los Barrios. Nuestra amistad viene de lejos. Primero fue con su hermano Pepe Chamizo de la Rubia, nuestro ilustre paisano que varios años ejerció de Defensor del Pueblo en Andalucía, pues en nuestra adolescencia y juventud éramos de la misma pandilla, de la que guardo gratos recuerdos.
A Ramón lo conocí más tarde, después de trasladar mi residencia definitiva a Málaga (1974) y venir al pueblo con cierta frecuencia para visitar a mi familia. Todo comenzó a finales de los años ochenta con un artículo periodístico suyo sobre el origen gibraltareño de una imagen religiosa que había en la parroquia de San Isidro y al que le repliqué con un breve comentario mecanográfico. Desde entonces, aun discrepando en algún aspecto, tuvimos una relación cordial e incluso cierta complicidad escribiendo sobre la historia local. Pero nunca le propuse que me publicase un artículo, pues siempre lo fueron a petición suya, incluso a veces con insistente demanda amistosa. Por eso, si él no insistía, yo cómodamente callaba.
Tras publicar mi libro de la antigua ermita de San Isidro (1989), desarrollé durante varios años una activa participación en reuniones de historiadores, presentando comunicaciones y ponencias de historia local o comarcal, dando alguna conferencia y colaborando en algún libro colectivo. Pero en lo posible no dejé de atender su petición. Incluso le autoricé para una reedición digital del libro de la ermita, que difundió por capítulos.
También fue quien me animó a aceptar el nombramiento de cronista oficial de Los Barrios, cuando el ayuntamiento me lo propuso (1992) y tenía cierta resistencia por no residir en el pueblo, lo que suponía alguna dificultad para ejercer tal cargo honorífico con plena eficacia.
Además, siendo Ramón corresponsal de Europa Sur, en más de una ocasión colaboré en algún artículo suyo con cualquier primicia informativa de mi investigación histórica local. Luego, escribí diversos artículos en los periódicos que fundó y dirigió: Crónica del Estrecho, Los Barrios Información o Noticias de la Villa. Igual hice en alguna revista que publicó con motivo de la feria o navidad local. También recuerdo una inocentada graciosa que promovimos en una entrevista televisiva, cuando él dirigía ese medio audiovisual municipal.
Sin embargo, tras mi jubilación docente (2011) y dimisión del cargo de cronista oficial (2012), perdí la ilusión al respecto por motivos que ahora omito y dejé de escribir cualquier tema de historia local o comarcal. Desde entonces Ramón siguió animándome para retornar a esa tarea y no permitir que mi saber histórico quede en el olvido y se pierda, por pequeño e incompleto que fuese para mí.
Así pues, después de algún anterior intento fallido y tras volver a participar plenamente en las últimas jornadas históricas del Instituto de Estudios Campogibraltareños, celebradas en Los Barrios (2023), de nuevo siento cierta ilusión por recuperar aquella actividad silenciada durante años y pienso que quizá sea el momento oportuno de retornar a ella.
Por consiguiente, me propongo publicar en internet los cuadernos de Benarax que edité y dirigí durante una década (1993-2003), que tanta acogida local tuvieron. Además, digitalizar mis demás publicaciones impresas de contenido histórico (1990-2014) y todos mis escritos mecanográficos de cronista oficial de Los Barrios (1992-2012), pues a veces es difícil acceder a ellos, por su dispersa edición original o por su limitada difusión municipal. Facilitaría así su consulta y su reproducción parcial o total, siempre que no se omita citar mi autoría,
Finalmente, para atender la continua petición de Ramón Chamizo, intentaré escribir una nueva serie de artículos, bajo el tema genérico de menudencias barreñas, que le iré remitiendo para que promueva su publicación cuando le parezca oportuno.
En unos casos resumiré cualquier trabajo mío publicado con anterioridad. En otros expondré algún tema investigado que dejé inédito e incompleto, o bien anticiparé nuevos asuntos que hasta ahora no indagué con detenimiento. Incluso podré desvelar mis limitaciones e interrogantes que aún tengo pendientes de estudiar satisfactoriamente. En ellos de modo distendido hablaré de lugares, topónimos, personajes, noticias, sucesos y datos históricos barreños de los que tengo conocimiento, mezclados con algún recuerdo o vivencia personal de cierto interés para la historia local.
Pero para no decaer en tal ilusión, debería superar una tarea difícil de conseguir, por la permanente revisión y las continuas versiones de lo que escribo al intentar precisar mejor mi pensamiento o reducir su extensión. Por eso, esas menudencias barreñas las tendría que escribir con una continuidad semanal o quincenal, redactadas sin exceso documental, ni formalismo historiográfico y en apenas un par de páginas.
Solo así, si todavía no es demasiado tarde por mi edad, salud y circunstancias familiares, podría recuperar el tiempo perdido al respecto, tras una década alejado de aquella actividad pública como investigador e historiador local o comarcal, en la que obtuve tanta satisfacción personal.
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