NOVENA PROVINCIA

Ser mayor

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He leído que han muerto seis mayores en el incendio de una residencia en la población valenciana de Moncada.

La verdad es que la desgracia se ceba con los mayores. Ahora ha sido el incendio. Hasta hace poco, la pandemia se había cebado con las residencias de mayores. Antes fue la Guerra y lo que llamaban “la época del hambre”. Mucho antes, fue el hambre. Y así podría seguir tirando del hilo de un ovillo formado por una generación de gente valiente.

Tengo sesenta y seis años. Últimamente se me han ido varios amigos y, quiera que no, eso empieza a darte vueltas por la cabeza, porque, quizás uno empieza a comprender lo que implica y lo que conlleva la palabra “mayor”.

Se empiezan a cambiar los roles y el principal de ellos es el de cambiar el cuidar por el que te cuiden. Pero es que no solo es eso, sino que hay quien piensa que te conviertes o te hacen sentir pequeño. O que ya no vales, o que ya no eres bienvenido en esta sucursal 2.0 repleta de impacientes en la que se ha transformado este mundo.

En estos días es noticia Carlos, un pensionista de 78 años ha empezado su particular cruzado para denunciar que los bancos han dejado de lado a los de su edad. Hacer gestiones por Internet supone un auténtico infierno para los que están acostumbrados a dormir con sus ahorrillos debajo de un colchón. Pero no sólo los bancos, todos lo hemos hecho de alguna manera. Es como si cumplir 70 años llevara incluido en el propio carnet de identidad que ya no tienes hueco en esta sociedad y que pasas a vivir en un islote en el que tu única misión es esperar la muerte.

Le llaman brecha digital, pero podría ser brecha del olvido, de la indiferencia o de la ingratitud.

Lo que sienten los mayores debe ser una cosa parecida a lo que nos describe Pedro Simón en su libro “Los ingratos” (Premio Primavera de novela 2021) y que relata a quienes dedicaron sus vidas por nosotros: “No da miedo el silencio con el que vive una sorda. Da miedo el silencio con el que vive una persona que oye a las mil maravillas, pero no tiene ruidos cerca”.

Porque amigos, no hay nada más fuerte y más terrorífico que estar sin que te cuenten. Y nada más inhumano que ser mayor y que te tomen por idiota.

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